BLOOD BONDS

Capítulo 14: Consequences

Severus se despertó lentamente, saliendo poco a poco de un sueño profundo y reparador. Eso en sí mismo era extraño. Normalmente, se despertaba de repente, pasando del sueño a la conciencia en un instante. Hoy, sin embargo, se sentía cómodo... seguro. Se tensó bruscamente cuando sintió otro cuerpo detrás de él. El brazo que no se había dado cuenta de que le rodeaba la cintura le acercó. Alrededor de su cintura desnuda, se dio cuenta. Y, por la sensación que tenía, la persona que estaba detrás de él estaba tan desprovista de ropa como él. Se devanó los sesos en busca de una explicación, de la -(¿identidad del hombre?)- ¿Identidad del hombre? Sí, definitivamente era un hombre y además estaba muy contento de estar donde estaba. ¿Qué hizo anoche? Recordó que se dirigió a sus habitaciones después de la resurrección...

Oh, Merlín, la reclasificación. El maldito Harry Potter no sólo estaba en Slytherin ahora, sino que era su compañero. Por no hablar del hombre más sexy que Severus había visto en su vida. Al darse cuenta de eso la noche anterior, y reconociendo que no podría evitar su destino por mucho tiempo, había procedido a emborracharse. Borracho ciego, apestoso y completamente perdido. Empezó con un vaso, pero rápidamente pasó a beber directamente de la botella. Ahora debería tener una gran resaca, ¿no? No sentía ningún efecto terrible, así que debía de haber conseguido beber una poción anoche. Lo más probable es que la otra persona se la haya dado, por lo que recordaba no había estado en condiciones de hacerlo él mismo.

De hecho, su cuerpo se sentía lleno de energía, refrescado, como si hubiera... oh no. No lo hizo, no lo había hecho Como si esa fuera la clave de sus recuerdos, las imágenes de la noche anterior se agolparon en su cerebro. Whisky, zapatos, más whisky, sangre, bebida, la boca de Harry... Gimió. -Potter, maldita sea, Potter-, murmuró para sí mismo, molesto por haber empezado a pensar en el mocoso como "Harry".

-Mphf. Dormir. Demasiado temprano. Angustia después-, murmuró el hombre -(su compañero)- detrás de él. Harry, Potter, ¡maldita sea! Potter apretó a Severus y le acarició el cuello. Para su horror, Severus se encontró relajado entre sus cálidos y protectores brazos.

¿Cómo podía ser que su compañero, el vampiro inteligente, cariñoso y poderoso que había llegado a conocer a través de sus conversaciones nocturnas, fuera Harry Potter? Por supuesto, había considerado al Chico de Oro cuando contemplaba la identidad de su compañero, pero lo había descartado desde el principio. Sabía que ni James ni Lily Potter tenían una sola gota de Sangre, y que no era posible que una persona se convirtiera espontáneamente sin la ayuda de otro vampiro. Seguramente se habrían enterado si el Salvador era atacado.

Luego estaban sus ojos. Madame Malkin había dicho específicamente ojos azules. Por lo que el espía sabía, no existía ningún hechizo o poción para alterar el color de los ojos solamente. Los hechizos de disfraz cambiaban también el color del pelo y de la piel, y la poción de multijugos jugos lo cambiaba todo.

¿Y todas las veces que había sido burlado? ¿Cómo podía alguien, cómo podía un Gryffindor, ser más listo que él; un espía de veinte años y el Jefe Slytherin? Pero ahora Harry también era un Slytherin, ¿no? Tal vez su fe en su Casa no estaba equivocada. ¿Quizás se había equivocado con Harry?.

Recordó los desplantes del director de semanas atrás, cómo había deducido que Harry había tenido una mala infancia. Severus lo había descartado en ese momento, más preocupado por el dolor y su propia seguridad, pero ahora lo recordaba. ¿Cómo pudo el Gryffindor por excelencia engañar a todo el mundo durante tanto tiempo? La respuesta si realmente estaba destinado a estar en Slytherin.

Severus tenía el terrible presentimiento de que se había equivocado en muchas cosas. Puede que incluso tenga que disculparse con su... compañero.

-Disculpa aceptada. Eso no ha dolido mucho ahora, ¿verdad?- La voz mental de su cabeza, empañada por el sueño, se inmiscuyó en sus cavilaciones, haciéndolo saltar. Se giró para mirar al otro hombre, abriendo la boca para reñirle por escuchar sus pensamientos privados, pero fue abruptamente silenciado por unos labios que cubrían los suyos.