15. La estrella de mi cosmos

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Hemos pasado poco más de una semana aquí, a decir verdad, las salidas con Chrollo se han vuelto algo recurrentes desde aquel día en que salimos por primera vez.

Nuevamente nos hemos acostumbrado a la presencia del otro a un nivel casi ridículo.

El pasar tanto tiempo junto al contrario parece afectar nuestro juicio de formas insatisfactorias a mi percepción: pláticas hasta altas horas de la madrugada, carcajadas ruidosas, pérdida la percepción espacio-tiempo, frases ridículas, contacto físico excesivo (mierda, que incluso me abraza, que miedo) y comentarios raros de su parte son algunos de los signos que me evidencian el mal camino en que nos hemos tornado.

— Mañana es el ataque a la caja fuerte de la mafia — comento a mi acompañante, quien de inmediato voltea a mirarme.

— Lo sé, llevas una semana haciendo cuenta regresiva. Lo has planeado bien junto a tus compañeros, ustedes son grandes estrategas, estoy seguro de que nos llevaremos todo antes de que se den cuenta — dice con tranquilidad, yo sé que la idea es buena, pero, hasta cierto punto, desconocemos el modo de trabajo de la araña, no tenemos información suficiente lo para preparar un plan B vagamente funcional que los contemple.

Si algo sale mal la idea es huir con el botín nosotros solos, esperemos no llegar a eso, un enemigo más no es algo bueno, mucho menos uno con el que tenemos un pacto tan grande.

—______... te compré un libro— dice en un tono suave, mirándome a los ojos —. No lo sé, lo ví y creí que podría gustarte, no había visto un libro que me diera esa impresión como este.

Lo dice como si cada que fuera de compras pensara en mí, de alguna forma eso me alegra un poco. Es una sensación aterradora, una presión agradable en el pecho que no debería de existir.

El chico me entrega un libro :"Gödel, Escher, Bach: An Eternal Golden Braid", con sólo leer la portada esa agradable pero terrible presión en mi pecho crece. Mi libro favorito... ¿cómo pudo adivinarlo?

—En realidad, es uno que me gustaría leer, compré una copia también para mí— dice mostrando su propio ejemplar.

Esto es... adorable.

Un aire cálido invade el ambiente, el plasma un beso en mi frente y yo no puedo moverme, la extraña sensación parece crecer más y más a un punto en que considero enfermizo.

Me rodea entre sus brazos y susurra a mi oído: "Quiero que leas esto". El sujeto se separa colocando un sobre blanco sellado con cera roja, la cual tiene grabado un dibujo del sistema solar. Un clásico, a este hombre le gustan mucho las cosas vintage y es muy cuidadoso con los detalles.

—En verdad quiero que lo leas. Podemos hablarlo más tarde si quieres— me dice, caminando lejos unos pasos hacia el lado contrario de la azotea desde donde vigilamos los alrededores.

Lo antes dicho por el me intriga de sobremanera. Con cuidado abro por un lado el sobre para evitar dañar el sello. Descubro una hoja de papel con una caligrafía de lo más bella acompañada de un par de hojas de plantas aromáticas, el olor característico de la presencia del remitente.

"Para la estrella más brillante en mi cosmos:
Si pudiese elegir existir en cualquiera de los universos posibles, escogería este porque sé que puedo existir a tu lado. —Cruz.".

Me parece de lo más vergonzoso esto, pero, es como una caricia al alma y a la mente, la dedicación en detalles de este tipo es su fuerte. Impregna un significado profundo en cada presente, es sorprendente.

Es lo más cursi que he leído en mi vida, esto es... lindo, no, es malo, es desagradable. Él no puede quererme, bueno, si puede pero no puedo creerle del todo y yo no debo quererlo a él sin un 100% de seguridad de saber si lo que siente es real y lo suficientemente seguro para mi en todo sentido. Esto podría matarme, matarlo a él y una vez queriéndolo cualquier de esos desenlaces es malo. Entre más lo pienso peor se pone...

¡Mierda! ¿por qué tiene que gustarme tanto? ¿por qué él tiene que ser tan... ridículamente listo, interesante y adorable? ¿por qué tuvo que fijarse en mí existiendo tantas miles de millones de personas en el mundo? Es más, ¿por qué tuvo que fijarse en mí habiendo tantas chicas en mi equipo e incluso en el suyo? ¿cómo es que es capaz de ignorar el peligro?

Continúo mirando al horizonte, en busca de algo extraño, tan solo tratando en vano de distraerme y perderle la pista a mis pensamientos.

Siento su presencia acercándose a mi, parándose a mi lado, cuidadoso, tomando su distancia.

—¿Cómo lo haces?— le pregunto sin mirarlo.

—¿Qué cosa?— pregunta.

—Ignorar lo que puede salir mal, ¿cómo puedes "quereme" tan libremente? Sin ser dramáticos, esto literalmente podría matarnos— cuestiono en un tono de desagrado —. Vamos que deberías dejar de hacer esta clase de cosas si aún nos quieres de aliados.

Él sigue sin acercarse, tampoco me mira fijamente.

—Precisamente es eso... eres tan letal como yo. Te quería en mi equipo y eso aún me gustaría. Me gusta que seas lista, curiosa y me trates como un igual. Me gusta que me pongas los pies en la tierra y lo casi pesimista que eres. Una bestia no se puede comer a otra que está en su mismo nivel de la cadena alimenticia, hay de dos, se ignoran o coexisten...— dice —. Yo quiero coexistir contigo, porque si estoy contigo lo gano todo y si no, pierdo demasiado.

Lo miro con escepticismo, su lenguaje corporal me indica sinceridad y suavidad de su persona.

Joder, me gusta mucho. Tomo su rostro y le doy un suave beso en la mejilla, acortando un poco la distancia. No puedo ignorar los peligros, pero, seguir ignorando lo que siento se ha vuelto imposible y más con él por ahí tratado de hacerme sentir apreciada.

Recibo un segundo beso en la frente seguido de uno en la mano y uno más en la mejilla, parece como si estuviera tanteando el terreno. Su rostro serio se llena de luz y una leve sonrisa enmarca sus facciones.

Tiro suavemente de su camisa, acercándolo a mi rostro. Puedo ignorar el miedo por unos segundos con sólo ver directamente a esos ojos tan profundos.

Le doy un beso y se siente tan bien. Él rodea mi cintura con sus brazos, es tan cálido que no puedo soltarlo. Sus labios son tan suaves y el contacto tan cómodo que creo que fácilmente podría arrullarme. Nos separamos, un nuevo beso se imprime en mi frente.

¿Somos enemigos, amigos, rivales, socios, simples conocidos? No lo sé, pero hay algo que nos junta por horas a conversar e indagar en la existencia del otro, a ocasionalmente darnos un beso o a simplemente recargarnos en el cuerpo del contrario mientras miramos al cielo nocturno en silencio.

Continuamos nuestra jornada juntos platicando sobre lo increíble que se mira el horizonte y lo mucho que nos gustaría volver a Voddny Gorod, beber el café en esa ciudad congelada, contemplar las montañas, leer un par de buenos libros en la comodidad de la cama y discutirlos entre nosotros.

Me habla sobre sus conocimientos más recientes, sus tiendas de antigüedades favoritas en el mundo y como se ha vuelto uno de los más ávidos clientes de César.

Noto que no es tan bobo ahora que la emoción del momento se ha calmado.  No puedo culparlo, él apenas sabe una pequeña parte de mi vida, yo al menos sé dónde nació, que busca y algunas pocas de sus ilusiones. No sabe de mi ascendencia, de los problemas en que me he metido y que tengo padres, que nací entre riquezas o que tengo una licencia cazador.

Somos un misterio mutuo que no espera a ser descubierto, solo ignorado en pos de nuestra tranquilidad. Así ha sido por meses y ahora que esto va más en serio, aquellos temas se tornan en el tabú más recelosamente oculto por ambos.

Es un hombre delicado para conmigo en su actuar y su decir. Me abraza pero a la vez me da mi espacio, por más ilógico que eso suene.

—________... después de esto, quiero viajar contigo— me dice con voz suave al oído.

—No se puede, tengo cosas que hacer— respondo, siento como su cuerpo se aleja un poco, como en decepción, yo también lo quiero hacer, solo no inmediatamente —. Pero, si eres lo suficientemente paciente, ¿nos vemos en Zanade? En un mes es la noche de las luciérnagas multicolor.

—Es un trato, te veré allá en un mes una vez terminado lo que tenemos agendado para mañana — responde recargando su cabeza sobre mi hombro.

Ahora más que antes, espero un éxito en nuestro próximo atraco.

AKUMA NO GUNTAI. ᶜʰʳᵒˡˡᵒ ᴸᵘᶜⁱˡᶠᵉʳ ˣ ᴸᵉᶜᵗᵒʳᵃDonde viven las historias. Descúbrelo ahora