Parte 1 No quiero que mi vida cambie.

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El día comenzaba con un terrible ajetreo, la familia Sanders se preparaba para las primeras vacaciones de Navidad de su vida. La única que no se había levantado y no compartía esa alegría era Evie, la menor de la familia. No quería dejar su casa en esas fechas, para ella, la Navidad era frío, nieve, divertirse con sus amigos y su familia. No quería pasar la Navidad en la playa, lo consideraba una aberración, estaban todos locos, definitivamente.

Evie Sanders, tenía dieciséis años, era una chica muy hermosa, aunque un poco desarreglada, su cabello era castaño, lo usaba hasta sus hombros y sus ojos eran color violeta, que había heredado de su bisabuela y para su disgusto llamaban demasiado la atención. Evie era una chica sencilla, que le gustaba pasar desapercibida, todo lo contrario de su hermana Dana. Aunque en la preparatoria sacaba buenas calificaciones y era buena en los deportes, no se integraba a ningún club que pudiera hacerla notar.

El padre de Evie, Harry Sanders, era un hombre alto, delgado y no muy atractivo. Había recibido un ascenso en su trabajo, y por eso en la empresa que trabajaba, le regalaron esas vacaciones junto a su familia en una Isla del Caribe. Pero eso, en realidad significaba que tenían que mudarse a otra ciudad, y comenzar una nueva vida lejos de su casa y de sus amigos, donde habían vivido toda su vida. Eso significaba que en enero, comenzaría en una nueva preparatoria.

Laura, la madre de Evie, era una mujer de fuerte carácter, se pintaba el cabello de rojo y estaba algo pasada de peso, aunque su autoestima era muy alta en comparación con la de su hija, y ya estaba cansada de esperar que Evie colaborara con su presencia.

—¡Levántate ya, o iré yo misma a levantarte¡ —gritó Laura desde la puerta de la habitación.

—No entiendo porque no puedes dejarme con los abuelos... no quiero ir —contestó Evie tapando su cara con la sábana.

—¡No hablaremos de eso de nuevo, levántate y arréglate que vamos a llegar tarde al aeropuerto!

El día anterior, Evie le pidió a sus padres que la dejaran con sus abuelos, quería terminar su último año de preparatoria con sus amigos, pero su madre se había negado rotundamente, desatando una fuerte pelea entre la dos.

Sin embargo, Evie se levantó pesadamente y fue en busca de su padre.

—Papá por favor, deja que me quede —suplicó Evie con ojos angustiados.

—Entiende querida, no podemos dejarte —respondió su padre.

—¿Por qué? —insistió Evie.

—Ellos no te cuidaran como nosotros —respondió su madre que iba entrando a la habitación en ese momento.

—Cuidarme de qué, si ya desde los quince años nos das anticonceptivos, el embarazo ni siquiera es una opción —respondió Evie muy enojada.

—¡No me faltes el respeto! —gritó Laura a su hija—. Lo hago por el bien de las dos. También fui joven y sé que esas cosas pueden presentarse de repente, es mejor que estén preparadas, y no es sólo eso de lo que tienes que cuidarte, también están las drogas, las enferme...

Evie interrumpió a su madre nuevamente.

—Basta ya, no quiero ir, no quiero mudarme, no quiero... —Evie lloraba desconsolada, salió corriendo y se encerró en el cuarto de baño.

Al poco tiempo, su hermana Dana tocaba su puerta.

—Vamos Ev, sal de ahí, necesito entrar.

Evie se bañó y salió directo a su cuarto envuelta en una toalla, su hermana la estaba esperando.

—No arruines esto, es una muy buena oportunidad para papá y también para nosotras. Imagínate, tendré la oportunidad de asistir a una fiesta de Navidad con jóvenes adultos yo sola. ¡No lo puedo creer! —aseguró Dana a su hermana y luego con un susurro añadió—: ¡Tendré una noche muy caliente! Y no lo digo por el clima.

Esa Navidad cambió mi vida. [Completa]Where stories live. Discover now