La mañana de ese día, había sido traumática para Evie que junto a su familia tomaría unas no solicitadas, ni deseadas vacaciones en el Caribe para Navidad. Esa semana había sido una tortura para ella y hasta su madre la obligó a cambiar su color de cabello de castaño a negro, pero en verdad debía reconocer que se veía mucho mejor, aunque un poco mayor para su gusto.
Para Evie, lo único interesante que le había sucedido en el día, era que se le había levantado ese estúpido vestido que su madre se empeñó en que su pusiera frente a un extraño, nunca se había sentido tan avergonzada en su vida y para complemento esa sería su primera Nochebuena en una fiesta de jóvenes, sin su familia, sólo estaría su hermana, lo que era igual a estar sola. Eso la tenía sin ánimos de continuar, sólo quería caminar y caminar, para encontrar el camino de regreso a casa.
A lo lejos, Brayan la seguía con la mirada sentado en unas rocas que servían de decoración del lugar, esperando a que pasara cerca de él. Cuando ya estaba a pocos pasos, se dio cuenta que la chica estaba perdida en sus pensamientos. Así que, poco a poco se fue acercando hacia ella.
—Hola —dijo con una sonrisa.
Pero Evie, se asustó dejando caer una de sus sandalias a la arena tratando de evitar que el vestido se le soltara de su mano.
—Hola —respondió algo nerviosa.
—Disculpa, no quise asustarte —dijo Brayan mientras recogía su sandalia de la arena y extendiendo su mano hacia ella para entregársela.
—No te preocupes, solo estaba distraída... disculpa, pero podrías... acercarla a mi mano, es que... mi vestido se empeña en mostrar algo más que mi personalidad —dijo algo enojada Evie.
Brayan no pudo evitar reír, y luego trato de pasarle la sandalia, pero al ver que la chica se debatía entre agarrarla o soltar su vestido le dijo con amabilidad.
—Disculpa que me ría, estoy seguro que es muy incómodo para ti. Ven, aquí puedes sentarte y acomodarte.
Evie volteó hacia donde le señalaba Brayan y accedió con una sonrisa, sentándose muy agradecida por la ayuda.
—Muchas gracias, ya estaba cansada de luchar contra el viento, pero me daba miedo perder el camino de regreso —Comentó Evie sin mirar la cara de su acompañante un poco avergonzada.
Entonces, Brayan le extendió su mano para presentarse.
—Mi nombre es Brayan y estoy aquí acompañando a mi madre en este viaje.
—Mi nombre es Evie, y yo estoy con mi familia —respondió Evie levantando la mirada y tomando la mano de aquel extraño.
Brayan era un hombre muy apuesto, apenas Evie levantó la mirada se quedó enganchado en sus ojos.
—Cuando te vi en el avión, pensé que me había equivocado con el color de tus ojos, me doy cuenta que no, en verdad son hermosos —dijo Brayan con una amable sonrisa.
Sin embargo, al notar la incomodidad de la chica, rápidamente continuó diciendo:
—No es agradable estar donde uno no quiere, aunque sea un paraíso ¿cierto? —aseguró Brayan. Miraba fijamente los ojos de la chica que se llenaron de lágrimas luego añadió—: Lo siento, no era mi intención hacerte llorar. —Mientras secaba con su mano las lágrimas de la joven.
—Lo siento —susurró Evie y luego continuó—: ¿Es tan evidente?
—Para mí si lo es. Cuando te vi en el aeropuerto mirando a la pista, sentí tu tristeza. Me gustaría ayudarte, sólo dime como lo hago —Le dijo suavemente aquel extraño mientras acariciaba su rostro.
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Esa Navidad cambió mi vida. [Completa]
RomanceEvie Sanders, es una chica normal de 16 años, cuya vida cambiaría después de un viaje de vacaciones con su familia, tendría que pasar toda una semana en una Isla del Caribe, precisamente en Navidad. Al regresar, debía abandonar su casa y a sus amigo...