Como la nieve

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Tardé menos de lo previsto en llegar a su casa. Hacía mucho viento fuera y la nieve caía lentamente, así que todo el calor que la profesora pudiera darme sería bien recibido.

La casa de la señorita Valery López estaba en una zona de lujo. O al menos eso aparentaban los propietarios de las viviendas, los cuales tenían coches aparcados que no parecían baratos.

Su casa era la última de la calle, lo cual venía perfecto si querías privacidad.

Cuando llegué, toqué a la puerta y ella me abrió y tiró de mi con rapidez, cerró la puerta y me puso contra ella.

- Has tardado mucho, cielo. Casi me quedo sin pilas en el vibrador.

- Wow...

Entonces me besó con lengua. Creo que no iba a darme mas explicaciones. Pero me iba a dar otras muchas cosas...

Sentir su lengua y su aliento me reconfortaron mucho tras haber sentido el frío del exterior y ella se dio cuenta.

- Oye, estás helado. ¿Quieres un té caliente o un cuenco de sopa?

- ¿Que te parece si me calientas tú, cosita?

- ¿Cosita? Oye, solo yo puedo... - la interrumpí de la misma forma que ella lo hizo.

Así estuvimos un rato, poniéndonos cada vez mas cachondos y aún seguíamos en la puerta de su casa.

- Oye, está muy delicioso esto... pero la puerta empieza a ser un poco incómoda...

- No te preocupes, yo lo soluciono. - Me volvió a besar, y mientras lo hacía, me puso un collar de perro sin que me diera cuenta.

- ¿Que es esto? ¿Por qué...?

- Cállate, esclavo. Ponte en cuatro como el perro que eres si no quieres que te castigue.

Obedecí con mucho gusto.

- Muy bien, ahora espero que recuerdes aquella lección que dimos en clase en la que disfrutaste mucho lamiendo mis pies porque ahora vas a volver a hacerlo pero esta vez sin mis medias.

- Por supuesto, cosita.

Levantó el pie derecho un poco deprisa para darme una suave patada.

- De cosita nada. Ahora mismo eres mi esclavo y no voy a tolerar que me hables así, estúpido.

- Si, mi ama.

- Eso está mejor. Ahora, lame.

Procedí a lamer sus pies suavemente lamiendo primero la parte superior antes de llegar a sus hermosos dedos, que tenían las uñas pintadas de un color negro que me estaban volviendo loco. Iban a juego con su lencería.

Besé suavemente sus dedos y con cada beso que le daba, mas cachondo me ponía, porque ademas de sentir su pie en mis labios, podía escucharla a ella gemir suavemente.

Entonces me introdujo el pie en la boca:

- Sigue, no te detengas. Lo estás haciendo muy bien. Creo que a este esclavo tan obediente voy a tener que recompensarlo bien. ¿Quieres tu... ahhh... recompen...sa?

Moví la cabeza asintiendo enérgicamente mientras mi lengua saboreaba su delicioso pie y se pasaba por entre cada uno de sus dedos. Joder, que puto manjar.

- Vamos arriba, esclavo. No te levantes.

Me enganchó una correa al collar y tiró de mí. Pasé de ser su alumno, a luego ser su esclavo y ahora ser su perro.

Y joder, como me gustaba.

- Ama, ya que me está arrastrando como un perro, dejeme decirle que los perros se saludan oliendose el culo. ¿Acaso vamos a saltarnos esa parte?

My hot teacher | Wayne WickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora