Suite.

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- Puedes besar a la novia. - dijo el sacerdote. Y porque estaba él y todo el mundo delante, sino hubiera hecho mucho más que besarla.

Cuando la boda acabó tras ese beso que nos dimos, se llevó a cabo una celebración que no estuvo nada mal. Hubo buena comida, contratamos a un grupo de rock para que tocara en nuestra boda y los invitados estuvieron muy cómodos y en un buen ambiente. Nos lo pasamos muy bien, aunque ambos sabíamos que lo íbamos a pasar mejor en nuestra suite nupcial cuando estuviéramos a solas.

Y poco a poco los invitados se fueron marchando y al final, nos fuimos también. Llegamos agotados al hotel, pero muy felices. Estando ya en el pasillo de nuestra habitación, levanté a Valery y la llevé en brazos hasta nuestra habitación, donde ella abrió la puerta y entramos con unas ganas inmensas. Ganas de descansar. Aunque antes de descansar ibamos a cansarnos un poco más haciendo algunas cosas que ahora relataré.

Cuando entramos, Valery me empujó contra la puerta para cerrarla y comenzó a besarme profundamente, usando su lengua como nunca y dejándome casi sin respiración.

Mientras seguía besándome, me aflojó la corbata y me quitó la chaqueta. Luego me sacó la corbata y me dijo:

- No la dejes muy lejos, creo que esta noche nos va a hacer falta.

En ese momento, no me puse a pensar en que podría hacernos falta la corbata, pero simplemente la dejé continuar con los besos.

Más tarde, cuando me soltó, se dedicó a quitarme toda la ropa y estando arrodillada frente a mi, agarró mi polla.

- ¿Te gustaría que te la chupara, cariño?

- Si, mi amor. Me estás poniendo demasiado cachondo...

Comenzó a masturbarme un poco, pero enseguida se levantó y se puso en pie.

- Pues te voy a dejar con las ganas de momento. ¡Al suelo! Ya sabes como te quiero.

Sonreí mirándola a los ojos y le respondí:

- A sus órdenes, mi ama.

La obedecí apartando mi ropa y poniéndome en cuatro.

- ¿Así está bien?

- Perfecto. Ahora, espero no tener que decirte lo que tienes que hacer.

- Por supuesto que no, mi ama.

Acto seguido, Valery estiró su pie derecho hacia delante, situándolo frente a mi.
Lo tomé delicadamente entre mis manos y tras besar un poco sus zapatos, se los quité, apreciando ese olor que tanto me excitaba.

Dejé el zapato en el suelo y procedí a besar suavemente su pie, ascendiendo despacio hasta sus muslos al mismo tiempo que acariciaba su pierna sintiendo el tacto de sus medias con la yema de mis dedos.

Mi respiración se aceleraba. Sin duda me había casado con la mujer perfecta. Aquella que me amaba como ninguna otra, aquella mujer tan tierna a veces, como tan caliente estaba siendo ahora, mientras le quitaba la media derecha y procedía a coger con mucho cuidado su perfecto pie entre mis manos.

Su cuerpo era perfecto desde el primer dia que la vi, y aunque el tiempo ha pasado, nunca ha dejado de serlo. Valery parecía esculpida por los mismos dioses.

No tardé mucho en acercarmelo a la cara para olerlo, absorber su aroma y dejarme llevar por la excitación que sentía en esos momentos y que se intensificaba por algo que flotaba alrededor nuestra desde hace mucho tiempo: el amor.

- Venga, se que lo estás deseando. Te está goteando la polla y todo. Pero mírame a los ojos mientras lo haces.

- Si, mi ama.

My hot teacher | Wayne WickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora