Capítulo 38.
—¿Lindsay, qué haces acá? —Pregunté invitándola a pasar.
—No se alarmen, es algo raro, ¿no? pero vine a visitar a una prima mía.
—¿Y cómo sabes qué alojamos acá? —Pregunté, seguro esto sería un interrogatorio.
—Bueno, mí prima es amiga del dueño de esté Hotel.
—Ah, está bien. —Asentí y solté una risita.
Ella no era mala, era entre roba-novios, amistosa, alegre, y a la vez -cómo todas las ''chicas populares''- idiota. Pero en sí, tenía como una ''combinación perfecta'' qué hacía quedar a todos los hombres vueltos tontos.
—Qué bueno verte de nuevo. —Dijo Ross mientras repasaba el momento, yo también lo hacía, ya que era algo extraño e inesperado.
—Los invito a tomar un helado, ¿aceptan?
—Claro. —Dijimos Ross y yo al mismo tiempo. Nos miramos y soltamos una carcajada. —Después terminamos de ver la película Ross.
—Sí, no hay problema. —Me guiñó un ojo y yo me sonrojé.
Ya afuera del hotel, empezamos a caminar a alguna tienda cercana de heladería, o algún puesto. Nos encontramos con una señora muy amable que nos atendió.
Pedimos los tres lo mismo, helados de chocolate con vainilla y chispas de colores. Somos niños, en cuerpos de adolescentes de 19 años. Increíble, ya lo sé.—Así que, ¿están de novios, cierto?
—Sí. —Asentí algo tímida.
—Felicitaciones. —Se notó su sarcasmo y tristeza al mismo tiempo. Me sentí mal por ella, pero no es mí culpa qué yo sea tan irresistible.
Seguimos caminando en silencio, hasta que se acercaba la tarde y el Sol se escondía, una hermosa vista. Lindsay se tuvo qué ir, y quedamos Ross y yo, sentados en una banca.
Y pensar, qué el siempre me apoyó y hasta el momento de ahora, siempre me ha apoyado y apoyará. Lo amo por eso y tantas cosas más. Nunca olvidaré la famosa ciudad del amor. Y espero contarles a mis nietos la hermosa experiencia que tuve junto a Ross, el amor de mí vida.
—¿Tuviste más novias antes? —Pregunté intentando sacar un tema de conversación.
—Sí, creo qué unas tres. ¿Por qué?
—No, por nada. ¿Hacemos el juego de preguntaxpregunta? —Pregunté divertida, invitándolo a sentarse en el piso, colocándome en posición indio frente a él.
—Está bien, sigo yo. ¿Tú tuviste algún novio antes?
—Tuve dos novios; Christian & Jhon. Nadie más. —Respondí. —¿Eres virgen? —Oh dios, qué vergüenza, no se cómo pregunté eso. Me estremecí al instante y solté una risita tímida. —Perdón si te incómodo.
—No está bien, tengo qué ser sincero ¿no? Bueno, yo no soy virgen.
—Bien, te toca. —Susurré algo decepcionada, esa pregunta estaba mal con el juego.
—¿Cuándo fue tú primer beso?
—A los..14, creo. —Respondí algo insegura. Ross bufó. —¿Celoso?
—Perdiste tú turno de pregunta, ahora me tocan dos.
—¡Hey! —Grité fastidiada, pero a la vez, sólo bromeaba. —Bueno, dale.
—Uhm, ¿te gustan las montañas rusas?
—Sí, pero no me gusta subirme sola. Me gustaría subirme con un joven de ojos mieles, cabello rubio, y..qué sea muy guapo. Conozco a un chico qué representa muy bien mí chico perfecto, eh. —Respondí coquetamente.
—Ah, ¿sí? interesante. Pues a mí me gustaría subirme con una chica de ojos castaños, cabello castaño oscuro, muy bajita y hermosa. ¿La encuentras parecida a alguien?
—Oh sí. —Me acerqué a él y lo besé.
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"Me sentí mal por ella, pero no es mí culpa qué yo sea tan irresistible...."
Jajajajaja xD Que ego que tiene la rayita u.u