Capítulo 50.
{Lean escuchando la canción de arriba}
"El final llegó.."
{____}
Hoy sería mi operación, y no mentiré.. tengo muchísimo miedo de despertar sin Ross. Sentía raras sensaciones en mi estómago, y no eran buenas. Todo lo contrario, eran de espanto y escalofríos que hacían que mi piel se erizara.
Ross trataba de tranquilizarme, pero no podía. En el momento en que la doctora llegó para notificarme y hacerme firmar la orden de la operación más miedo me dio. Aunque estuviera Grace, Derek, Mí padre, y otros amigos más apoyándome desde afuera, me sentía insegura. Quería que la tierra me tragara.
Me indicaron que me pusiera una bata, y para abajo desnuda. También un tipo de pañuelo en el pelo.. Me miré en el espejo, me notaba pálida.
Lo raro fue que ha Ross, no le habían indicado hacer nada de lo que me indicaban a mí.. sentí una lágrima caer de mí ojo izquierdo. Según lo que me decía mi madre, cuándo una lágrima sale del ojo derecho.. es de felicidad. Pero en mí caso era todo lo contrario.
-Oh nena, no llores.
-Te amo Lynch, no me dejes.. por favor. -Le rogué tirándome encima de él. Tomándolo por sorpresa.
-Yo también te amo _____. Ten esperanza, nos veremos más tarde. Tranquila, ¿bien? -Asentí y el tomo de mí mentón, y me besó. Pidiendo paso para explorar mi cavidad bucal, yo acepté.
-Nunca olvides nuestro inicio, nuestro desarrollo.. y final. -Susurré, mientras me hacían acostarme en una camilla, más plana a la normal.
-Nuestro final.. nunca llegará. Ya te dije, debes estar tranquila. -Rodó los ojos y besó mi frente. -Adiós..
-Hasta luego. -Dijo el, tirándome un beso.
Me sacaron de esa sala, mientras me llevaban al pasillo.. todos depositaban un beso en mí frente. Miré a Grace, se notaba feliz. ¿Qué les pasaba a todos? ¿Cómo podían estar felices sabiendo que yo no lo sería?
Me fijé en mí padre, estaba solo.. obviamente sin mí madre. ¿Tan mala hija fui?.. ¿O tan mala madre ella fue?
Cuándo entramos al ascensor, obviamente yo en la camilla.. vi a Ross a lo lejos, con una mirada de esperanza. Otra puntada a mí corazón. Las puertas de este, se cerraron.
Cerré los ojos, necesitaba tranquilidad...
Al llegar a la sala de operación, el Doctor me brindó una sonrisa cálida y tranquila. Algo bajo, con manos grandes, escaso de pelos en la cabeza y muy amable. Confiaba en él.
Se juntaron todas las enfermeras a mí alrededor, colocando máquinas y cables a mí cuerpo. La anestesia que olía a frutilla me hizo dormir, sin tener conciencia de los demás..