Me enamoré de quién no debía

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En una sala oscura y silenciosa del castillo de Sarasaland, Rina Andersson, la chica de cabello rosa, se encontraba sentada en un rincón apartado, perdida en sus propios pensamientos tumultuosos. A pesar de que la guerra había llegado a su fin, los recuerdos de las batallas y la pérdida de Louise Segaly seguían persiguiéndola como sombras persistentes en la noche.

Rina se aferraba a su amada muñeca de porcelana (la muñeca que siempre llevaba para dormir con ella), una reliquia de tiempos más felices que ahora se había convertido en un símbolo de consuelo en medio del caos que la rodeaba. Cada vez que cerraba los ojos, podía sentir el eco de los gritos de guerra y el estruendo de las explosiones resonando en su mente, transportándola de vuelta a los momentos de terror y desesperación que había vivido.

A pesar de sus esfuerzos por mantenerse fuerte, Rina se encontraba cada vez más atrapada en un remolino de emociones abrumadoras. La ansiedad y el miedo la consumían desde adentro, dejando cicatrices invisibles en su corazón y alma.

Las noches eran las peores. En la oscuridad de su habitación, los demonios del pasado la acechaban, susurrándole palabras de duda y desesperación. Cada sombra cobraba vida, transformándose en monstruos de pesadilla que amenazaban con devorarla entera.

Rina se sentía como si estuviera atrapada en un laberinto sin salida, perdida en un mar de angustia y dolor. Su mente era un campo de batalla, donde las fuerzas del bien y del mal libraban una guerra interminable por el control de su ser.

Se aferraba a su muñeca con más fuerza que nunca, buscando desesperadamente un ancla en medio de la tormenta emocional que la consumía. Cada noche, cuando cerraba los ojos, las imágenes de la guerra la asaltaban sin piedad, reviviendo una y otra vez los momentos de terror y desesperación que había experimentado.

A pesar de sus esfuerzos por mantenerse fuerte, Rina se sentía cada vez más vulnerable y perdida. No estaba preparada para enfrentar el peso de todo lo que había vivido. La carga emocional era abrumadora, y a menudo se encontraba al borde de un colapso nervioso.

Las lágrimas se habían convertido en compañeras constantes, derramándose en silencio mientras luchaba por encontrar algo de paz en medio del caos que la rodeaba. Su mente se había convertido en un campo de batalla, donde la línea entre la realidad y la fantasía se desdibujaba peligrosamente.

Rina anhelaba desesperadamente encontrar una salida de la oscuridad que la envolvía, pero parecía que cuanto más luchaba, más se hundía en ella. La guerra había dejado cicatrices profundas en su alma, y aunque intentaba mantenerse firme, a menudo se sentía al borde del abismo emocional.

En la soledad de su habitación, se preguntaba si alguna vez encontraría la paz que tanto anhelaba. Se sentía como si estuviera atrapada en un ciclo interminable de dolor y sufrimiento, sin esperanza de escapar.

A medida que pasaban los días, Rina luchaba por encontrar la fuerza para seguir adelante. Sabía que el camino hacia la sanación sería largo y difícil, pero se aferraba a la esperanza de que algún día encontraría la luz al final del túnel. Por ahora, sin embargo, estaba perdida en la oscuridad, luchando por encontrar su camino de regreso a la luz.

-Rina: No puedo más. Esta ansiedad me está aplastando. *dijo muy angustiada*

-Claro que no puedes más. Todo es demasiado abrumador, ¿no lo ves? *sonaba una voz en su cabeza, era su ansiedad interior*

-Rina: Pe-Pero debo intentarlo, no pu-puedo dejar que la an-ansiedad me paralice.

-Voz interior de Rina: ¿Y qué ganas con intentarlo? Siempre terminas igual, atrapada en este torbellino de pensamientos negativos.

Una secundaria diferente (Super Mario bros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora