Apoyo entre primas

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Al día siguiente de lo ocurrido en la noche anterior, cuando Mario finalmente encontró consuelo en las palabras de su padre y el apoyo de Luigi y Daisy, la rutina escolar volvió a tomar su curso. Aunque el peso de los conflictos aún estaba presente, Mario se sentía más ligero, más tranquilo. El mal trago del día anterior parecía haber comenzado a disiparse, y ahora tenía una sensación de renovación. Junto a Luigi y Daisy, bajó del autobús escolar como todos los días, pero esta vez con una actitud distinta.

—¡Hoy toca matemáticas a primera hora! —se quejó Daisy, dejando escapar un suspiro cargado de frustración mientras ajustaba su mochila sobre los hombros—. ¡Qué horror!

Luigi, siempre más nervioso cuando se trataba de clases, asintió de inmediato, compartiendo la preocupación de Daisy.

—Espero que cuando pasemos a tercero nos toque otro profesor para matemáticas —dijo Luigi, mirando a su novia—. El profesor Federick es demasiado estricto. Siempre parece que está esperando que cometamos un error. Da un poco de miedo.

Daisy asintió, mientras miraba a Mario de reojo. Sin embargo, a diferencia de ayer, notó algo diferente en él. Se veía mucho más animado, más relajado.

—Bueno, lo bueno de hoy es que parece que Mario está mucho mejor —comentó Daisy, con una sonrisa traviesa—. Te ves más animado que ayer, y eso me alegra.

Luigi, que también había notado el cambio en su hermano, le dio una palmada en la espalda.

—Sí, Mario, se nota que estás mejor. Me alegra verte así.

Mario, sintiendo el apoyo de sus amigos, sonrió ligeramente.

—Gracias, chicos. Ayer fue difícil, pero después de hablar con papá, me siento más tranquilo —admitió, mientras caminaban hacia la entrada de la escuela. Sabía que, aunque las cosas con Haru seguían siendo complicadas, al menos tenía a sus amigos y su familia a su lado. Eso le daba la fuerza necesaria para enfrentarse a lo que viniera.

—¡Pues que esa energía te dure para las matemáticas! —dijo Daisy, riendo mientras entraban al edificio.

Mientras caminaban hacia la entrada, de repente, vieron a Peach entrando al instituto. Mario fue el primero en notar que algo no estaba bien. Peach, normalmente radiante, caminaba con los hombros caídos y la mirada fija en el suelo, su expresión apagada y desanimada. Daisy frunció el ceño de inmediato, claramente preocupada.

—No se le ve bien a Peach—dijo Daisy, sus ojos llenos de preocupación mientras la seguía con la mirada.

Mario se encogió de hombros, algo incómodo por el tema.

—Supongo que está así por lo que pasó ayer —dijo con un tono vacilante—. Ella y Pauline tuvieron algo raro durante el castigo... y creo que no ha sido fácil para ella.

Daisy, decidida, no esperó más. Su expresión se endureció con determinación.

—Ustedes adelántense. Voy a hablar con ella—dijo Daisy rápidamente, ya dirigiéndose hacia su prima antes de que Luigi o Mario pudieran decir algo más.

Luigi observó cómo Daisy se alejaba hacia Peach, suspirando.

—Bueno, ahí va —comentó, con una mezcla de preocupación y resignación.

Mario asintió, observando cómo Daisy se acercaba a Peach con su típica determinación. Aunque no estaba seguro de qué era exactamente lo que había sucedido entre Peach y Pauline, sabía que Daisy haría lo posible por aclarar la situación.

—Vamos —dijo Mario finalmente, empujando suavemente a Luigi hacia la entrada—. Tenemos que prepararnos para sobrevivir a la clase de matemáticas.

Una secundaria diferente (Super Mario bros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora