III

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🐰✨

Youngjo había preparado en la tarde del día anterior, galletas con chispas de chocolate. Había guardado unas pocas para Hwanwoong, apenas llevaba unas semanas hablando con el chico y ya lo consideraba su mejor amigo.

Dios, tenía unas ganas inmensas de abrazarlo, pero respetaba a el miedo de Hwanwoong. Cada vez que se intentaba acercar, el menor se alejaba y sus ojos se tornaban llorosos.

¿Qué le habían hecho a su algodón de azúcar?

Lo sacaron de su nube cuando vió al dueño de sus pensamientos llegar, venía con su cabeza gacha y sus audífonos puestos. Youngjo se levantó rápidamente de su lugar y tomó la bolsa decorada personalmente por él. Había colocado inclusive pequeños conejitos y zanahorias.

—Hola, Woong—Youngjo se alejó cuando notó que estaba muy cerca del más bajo.

—Um...H-Hola R-Ravn hyung—El mayor vió como Hwanwoong temblaba, pero no era por él, él estaba lo suficientemente lejos.

Hwanwoong temía que si al deshacerse de su padrastro, alguien más remplazaria su lugar y lo dañaría. No quería que lo volvieran a tocar. Sin pensar, sus lágrimas comenzaron a salir, haciéndolo sentir débil e indefenso. Youngjo se percató de aquello, quería abrazar al chico y consolarlo, pero optó por otra cosa.

—Hice estás galletas para ti—Comentó, agachándose un poco para ver las lágrimas que inundaban el bonito rostro del contrario—Algunas son formas de conejitos y otras de tigres, sé que es tu animal favorito—Sin embargo, Yeo se encontraba sumergido en sus pensamientos, ajeno a la que le decía el chico.

—G-Gracias Youngjo hyung.

—Hwanwoong—Le llamó con delicadeza.

—¿Hm?—No levantó su rostro, porque lo más seguro es que su nariz roja y sus ojos hinchados lo hacían ver como una porquería.

—Haremos algo, pero no te asustes, ¿Si?—Youngjo dejó la pequeña bolsa en un pupitre a su lado.

—¿C-Cómo qué?

Youngjo extendió su mano, esperando que Hwanwoong la tomara, pero el menor negó de inmediato al saber las intenciones del pelinegro.

—No te haré nada, Woong—Con mucho miedo, Hwanwoong tocó con su dedo la palma de la mano de Youngjo y luego se alejó con brusquedad—Te prometí que iríamos como los conejitos bebés, vamos—Hwanwoong asintió y colocó su mano sobre la del mayor, dispuesto a alejarla por el toque, pero el chico de ojos gatunos la apretó un poco, evitando que se alejara—No te haré dañó, Woongie, no lo haré—Youngjo sonrió al sentir cómo la mano del pequeño ya no estaba tan tensa sin embargo, podía sentir los temblores del chico—Está bien, vamos, tu puedes.

Hwanwoong sonrió un poco al ver que no dolía, le gustaba lo cálido que se sentía la mano de su hyung y no pudo evitar sonrojarse cuando esté comenzó a acariciar su dorso con su pulgar.

—E-Esto no duele—Hwanwoong levantó su rostro, sonriendo un poco.

—Nunca te haría daño, Hwanwoong,nunca te haría daño.

El menor asintió y se animó a tomar la mano libre del mayor, aunque claro, sus temblores seguían allí. Youngjo entrelazó sus deditos, haciendo sonrojar al más pequeño. El chico de ojos gatunos sonrió aún más cuando Hwanwoong soltó una de sus manos y miró como un pequeño niño el anillo que portaba en un dedo.

Dios, ese tierno chico aceleraba su corazón y no siquiera sabía la razón.

Había pasado una semana desde que ambos chicos habían dado el primer gran paso de tomarse las manos. Ahora se encontraban de camino a la cafetería. El chico de ojos gatunos notó como Hwanwoong caminaba un poco más cerca de lo normal y aquello le hizo sonreír, incluso sus hombros rozaban.

Lentos BrinquitosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora