Giuramento pt3

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5 Años atrás...

Camilo se movió nervioso, ansioso, en la entrada de la mansión. Arreglando su camisa blanca de botones, con decorativas flores negras en las mangas y cuello. Su ondulado cabello negro estaba bien peinado hacia atrás, recogido en una corta coleta que se pegaba a su nuca, sus pantalones y botines eran hechos por el mejor sastre y zapatero del país, y el rubor en sus mejillas era a causa de la emoción que sentía.

Lissandra lo observaba algo divertida, porque el mayor volvía a arreglarse los botones de su camisa. Por cuarta vez.

--Papá, te ves bien—le dijo con diversión, interrumpiendo sus movimientos nerviosos.

Camilo la miró con duda, un rebelde mechón de su cabello soltándose para cruzar su frente y hacerlo ver más atractivo de lo que normalmente se veía.

--Pequeña, se sincera, sabes que tu papi se viste como un vago—murmuró sin vergüenza, pues todos sabían que Camilo odiaba arreglarse tanto, solo usaba shorts y camisas, o pantalones de yoga y sudaderas de Damiano que le triplicaban el tamaño.

También odiaba arreglar su cabello, solía dejarlo suelto, con sus ondas moviéndose hacia cualquier dirección solo se arreglaba para cosas importantes, como las reuniones familiares o una cita con su esposo. Del resto solía importarle poco si se peinaba bien, era Damiano el fashionista por naturaleza, no él.

Y eso lo tenía nervioso. Porque su hija se veía espléndida con una camisa cuello tortuga de terciopelo rojo oscuro, unos pantalones negros ajustados en su cintura y también en sus rodillas gracias a las botas altas de color blanco con decoraciones rojas que cubrían sus largas piernas. Su hermosa cabellera rubia ceniza, o blanca, ya Camilo ni sabía que color de rubios eran sus hijos y esposo, estaba recogida en una alta coleta que, estilizada su rostro, no tenía maquillaje, pero Lissandra igual se veía hermosa, con sus ojos dorados brillando con gracia.

Tan elegante como su esposo se vería cuando llegara, tan bonita como se vería Ricardo cuando viniera tomado de la mano de Damiano después de sus clases de equitación vigiladas por el alfa.

Los tres siempre sabían verse bonitos, ¿y él? Venia de una buena familia, pero era tan común y tan poco refinado, tan distinto a sus hijos y esposo, que se sentía muy inseguro. Ni siquiera se sintió así cuando se casó con Damiano, ni cuando fue anunciado como el Omega destinado del alfa más poderoso de Italia. El siempre alzó su cabeza con orgullo, pero en ese instante tenía tantas inseguridades y deseaba ser al menos un poquito hermoso, y agraciado como sus hijos y esposo.

Porque no quería desilusionarlo, no a él.

--Papá, estás vistiendo un Armani de la última temporada y tu cabello está más brillante que nunca—habló su astuta hija, arqueándole una ceja y cruzándose de brazos, muy disgustada, tan dominante y parecida a Damiano que Camilo no pudo evitar sonreír con diversión, sus nervios calmándose--¿Cómo puedes pensar que te ves como un vago?

Camilo amplió sus ojos con fingido horror.

--si, ¿cómo se me ocurre? --apoyó divertido y alzando sus manos al cielo—discúlpame, hija mía, no todos nacemos con esa elegancia Berlusconi que tu presumes.

Aunque la joven de 16 años trató de no sonreír y continuar mirándolo con enojo, no pudo reprimir su amplia sonrisa, entre presumida y astuta.

--Papá, si eso viniera de forma innata en los Berlusconi, Ricardo no habría usado una chaqueta Versace dorada y rosa con un pantalón Gucci verde oliva y rojo, que pésima combinación—se quejó la menor.

Camilo rompió a reír al ver su mueca asqueada, luego la rodeó entre sus brazos, ruborizándola un poco, orgulloso de ella, notando que ya era más alta que él y que le costaba envolverla totalmente con sus brazos.

Trinidad ~ Side StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora