6-...Eres tú

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—Era... Pequeño, yo le rebasaba por unos cuantos centímetros, piel morena, ojos pequeños, encorvado y algo feo... No puedo recordar nada más.— el peli-rosa mayor bufó.

—No recuerdas algo... No lo sé, alguna prenda que estaba usando-...

—Basta ya.— susurro con voz penosa. —Hazme un favor y llama a mis padres, diles que mi celular se extravió durante la jornada escolar.

Sin más, la pelirroja se fue a su habitación, habían pasado unos cuantos días y aún estaba algo paralizada, le costaba salir a la esquina de su casa e incluso no quería de su habitación. A lo que Sukuna Ryomen se preocupó.

Dando un último suspiro, entró a su habitación y se tumbó en su cama, paso sus manos por su rostro y volteó para tomar su celular, con expresión aburrida revisaba sus redes sociales, viendo algún meme o vídeo que la causará algo de risa, pero no duró mucho, aquella ¿Preocupación? Había vuelto a la boca de su estómago. Y sin más, tomó su suéter blanco y salió de casa, quizás a dar una vuelta con su amigos.

Estaba pasando por el lugar de asalto de Sadashi, no sé detuvo ni nada por el estilo, siguió con sus audífonos puestos y ceño fruncido caminando al lugar de encuentro con los chicos, por el rabillo del ojo observó cómo alguien con sudadera azul cruzaba la calle, con un celular rosado con los ojos de Eren dibujados atrás del protector.

“—Recuerdo también que usaba una sudadera azul con un estampado de tigre en su espalda.”

No hubo necesidad de que Sukuna lo pensará dos veces, en menos de un minuto ya estaba siguiendo a ese tipo con apariencia de duende encorvado. Divisó a unas cuántas cuadras como éste se reunía con otras par de personas, llegó presumiendo aquel objetó rosa entre sus manos, diciendo cómo aquella niña estaba muerta del susto y como sintió risa de ella... A peli-rosa le comenzaba a hervir la sangre con cada palabra que soltaba de su apestosa boca.

Quería golpearlo. Golpearlo tanto hasta matarlo... Porque nadie se metía con Sadashi. Nadie excepto él.

—¿Donde lo conseguiste?— el de baja estatura dió una vuelta rápida al escuchar aquella voz ronca y demandante, subió un poco la cabeza para ver aquellos ojos rojos que le miraban sin ninguna expresión —¿Acaso eres sordo pedazo de mierda?

Dio el primer puñetazo. Una mala idea.

Un golpe sordo fuera de casa había despertado a Sadashi, quien abrió los ojos de golpe al sentir aquello

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Un golpe sordo fuera de casa había despertado a Sadashi, quien abrió los ojos de golpe al sentir aquello. Miró por la ventana dándose cuenta que ya era de noche. Cogió su chaqueta y bajo a paso rápido prendiendo algunas luces de la casa.

Tenía un nudo en su estómago, como si algo malo hubiera ocurrido mientras ella dormia, sentía un revueltijo con cada paso que daba hacia la puerta, miedo al tomar el plomo, su labio comenzó a tirar sin aviso y sus piernas volvieron a ser como dos piezas inestables.

Lo que vio la dejo helada.

Afuera de su casa estaba Sukuna sujetado apenas de su antebrazo que se mantenía en el marco de la puerta, su labio roto, una ceja partida y su mano derecha sujetando su costado izquierdo. El nombrado sonrió mientras buscaba algo en su bolsillo de su chaqueta, entre un quejido doloroso, Sadashi pudo ver cómo aquellos ojos que dibujo hace un tiempo atrás volvían a mirarla.

—Me parece que esto es tuyo.— susurro adolorido, sus ojos vieron como aquella pelirroja soltaba unas cuantas lágrimas, cuales limpio con su pulgar, volvió a sonreír antes de apoyar su frente en su hombro. Estaba adolorido, pero, valió la pena.

—Necesito que te saques la camiseta.— ambos estaban sentados, Sukuna en el sofa y ella a su lado, limpio su labio y ceja rota, claro que se quejó en el proceso y Sadashi lo regañaba, el sonría y le molestaba.

—Si quieres verme semi desnudo solo tenías que decírmelo.— guiñó un ojo coqueto, mientras sacaba aquella prenda negra.

—Idiota...

—Te escuché Sadashi.

—¡Pues me alegró! Me alegro que escuches lo idiota que puedes llegar a-...

Todo el aire que había en sus pulmones le abandonó, su garganta se secó y sus ojos se llenaron de lágrimas al ver aquel gran moretón negro al su costado de su costilla, observó cómo Sukuna mantenía sus ojos cerrados fuertemente cada vez que sus dedos rozaban aquella parte lastimada.

—¿Por que...?— lagrimeo

—Tú.— acarició su mejilla húmeda —Sadashi, siempre eres la razón de mis locuras... Eres tú...

Rojo con Rojo, tacto con tacto... El espacio se reducía, sus miradas en los labios del otro... Tan cerca... Tan cerca de  unir sus labios... Tan cerca de-...

—No puedo hacer esto Sukuna.

¿Por que Sukuna sentía que mentía?

Acunando sus mejillas en su palmas quedó de rodillas junto a ella, paso su lengua entre sus labios antes de hablar.

—Mañana quiero que me acompañes a un lugar... Solo tu y yo.

Ƹ̵̡Ӝ̵̨̄Ʒ
Me costó mucho terminar esto, porque mayormente le estoy perdiendo interés a todo lo que me gusta hacer, así que dudo mucho que siga con esta historia (xd)



Mariposas de Colores [Sukuna Ryomen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora