5-... Quédate callada

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Un mierdero.

Eso sería lo que diría Sukuna si viera la casa de sus padres en aquel estado deplorable, es decir. Estuvo casi medio instituto ahí, bebiendo y bebiendo hasta no poder y algunas personas haciendo sus deberes del día de mañana. Pero en el caso de Sukuna no era así.

Estaba dormido sobre su cama, con dos cabelleras al cada lado, tuvo una buena noche a de admitir. Algunas personas habían tenido el descaro de alojar en su casa, mínimo no?

El peli-rosa tenía una bella sonrisa en su rostro dormido, apenas eran las 09:47am, soleado y caluroso, día digno de estar en la playa con cervezas frías. Pero, aquel despierto de su glorioso día con el corazón en la boca, con saliva escurriendo y asustado.

Una canción de Zayn sonaba a todo volumen en -casi- toda la cuadra del barrio, busco el sonido y cayó en cuenta, recordó más bien.

“No te quejes mañana”.

Aquella chiquilla pelirroja era la responsable de que Sukuna despertará. Enojado, se levantó rápido y puso sus pantalones y por cuestiones de la vida, uno de sus bolsillos se quedó atrapado en la manija de la puerta, causando que sus pasos fueran detenidos con bruquedad, se quejó y luego volvió a caminar.

Fue abrazado por el sol al salir, iluminaron parte de su torso, su cabello se meseo al son del viento, sus ojos rojos brillaron como dos rubíes resplandecientes...

Golpeó con fuerza aquella puerta de marfil, claro que eran opacados por la canción, dio un gruñido antes de caminar hacia la ventana y ver atrás vez de ella. Le vio.

Solía gustarme el alcohol para inspirarme, pero tú te vez tan hermoso, mi nuevo proveedor. 

Su cabello atado en un chongo mal echó, con una camisa larga de Zico, sus piernas largas bailando al ritmo de la música, con una taza de café humeante sobre sus manos.

Solía gustarme fumar para detener todos los pensamientos, pero encontré un sumbido diferente...

Sukuna quedó admirando aquella belleza sobre- humana que la joven Kaminase portaba, la que le quitaba el sueño la mayoría de la noches, días y entrenamientos, la que le sacaba una pequeña e insignificante risa boba cada vez que el peli-rosa se acordaba de ella mientras caminaba a casa.

Por que ya estoy suficientemente drogada, me tienes, me tienes bien.

Tan solo un vistazo bastó para hacer volver a Sukuna a sus casillas, pero era mejor no meterse en los sueños de Ryomen. 

—¡¡Sadashi!! ¡¡Ábreme la maldita puerta!!

A los segundos, el volumen de la música  fue moderado, el ceño fruncido seguía intacto en el rostro del nombrado.

—Se que estás ahí Sadashi.— habló —¿Por que colocas música, si sabes que a esa hora sigo durmiendo? 

Desde el otro lado de la puerta, Sadashi se mantenía de brazos cruzados, pensando ¿Hasta qué punto podía llegar la hipocresía de ese Joven?

—Creí recordarte que no te quejarás por la mañana ¿O estabas tan ebrio que no lo recuerdas?— se burló mirando sus perfectas uñas largas y bien limadas. —Si me lo pides de buena manera...—

—Jodete.

—¡Jodete tu también!  

Sukuna gruñó por lo bajó, intento abrir la puerta, pero fue en vano.

«—Maldita ingeniosa.—» 

—Ábreme la jodida puerta, ahora Sadashi.— volvió a ordenar —Tendremos una conversación completamente normal.

Mariposas de Colores [Sukuna Ryomen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora