Ya habían días desde que Sadashi había salido del hospital; al regresar a casa, esta ya no era la misma, había un ambiente triste, donde quiera que la peli roja mirase veía a su padre. Era doloroso, no lo volvería a ver, solo en sus recuerdos que poco a poco se desvanecerían con el tiempo, olvidaría el sonido de su voz, de su risa...
—Ya entiendo por que quieres irte.— dijo sentándose en la mesa, tomando un manzana. —Este lugar es deprimente.
Su madre respiro cerrando sus ojos, pensaba Que voy a hacer ahora. Era claro que no tendrían problemas de dinero, Zico había dejado una gran suma para Sadashi al cumplir la mayoría de edad y a su adorada esposa, con el negocio de su madre saldrían adelante, ambas lo harían.
—Estaré en mi habitación, después iré a resolver los asuntos del funeral.— intento que su voz quebrada no se notara frente a su hija. Antes de subir a su habitación le abrazo por la espalda, le dio un abrazo que las palabras no podían describir.
Sadashi tenía claro que no se quedaría en casa hundiéndose en el hoyo de la depresión, su padre no querría verla así. Así que subió a su cuarto y cambio su ropa, tomo un buzo negro y una sudadera casi gris, oculto sus ojeras bajo maquillaje y maquillo sus ojos en tonos oscuros, busco su cuaderno y sus auriculares, su mochila y dinero; al pasar por la puerta de su madre, escucho su llanto. Apretó sus labios y siguió caminando.
La tarde era soleada y calurosa, caminando por las calles coloco la ruidosa musica que solía escuchar y agarro su mochila caminando a paso firme. Se dirigió al bosque, Zico solía visitarlo en su tiempo libre, adentrándose en el, no pensaba en nada, su mente estaba en blanco y en silencio.
Estando ya casi en el corazón del bosque siguió el mapa mental que estaba en su mente, en el bosque había un pequeño riachuelo que su padre y ella habían encontrado, desde entonces solían juntos a comer pasteles.
Llegando ya al lugar observo el verde césped que rodeaba el bosque, era un lugar bastante verdoso y grande, era un lugar sacado de un libro, hermoso.
Se sentó en el césped y respiro el aire puro que había en el ambiente y saco un pequeño pastelito, dio un mordisco y suspiro observando a la nada, nada mas se escuchaba el canterios de los pajaritos, el sonido del agua y la brisa del viento, era un lugar de paz, al cerrar los ojos, a su mente llego el recuerdo de aquel beso. Sintió sus mejillas arder y por alguna razón reía como niña chiquita. Debía decir que desde mucho antes de que Geto apareciera en su mente y robara suspiros, sentía algo por Sukuna Ryomen. Algo que jamás había sentido.
Desde niños solían jugar, era divertido, luego eran unos pequeños adolescentes en crecimiento y Sadashi, por alguna extraña razón no podía dejar de pensar el chico del frente, el hermano mayor de su mejor amigo, Sukuna en cambio era como todos los demás niños. Burlón e idiota.
Aun que cuando veía pasar a la pequeña Sadashi por los pasillos del colegio, queda embobado, mas de alguno se daba cuenta que la pequeña llamaba toda la atención del chico guapo y mas de alguna chica odiaba a Sadashi por eso. Por mucho tiempo hubieron miraditas secretas al uno y el otro; Hasta que Ryomen hizo noviazgo con una chica de su salón.
Cuando Sadashi supo, no hizo nada mas que suspirar, sabía muy bien que el jamás la tomaría en serio, o eso creía ella. Luego como jugada del destino, conoció al recién llegado Geto que con solo una pequeña sonrisa hizo que cayera a sus pies. Pero ahora, no sabía que pensar ni como actuar cuando tuviera que despedirse, la había confundido e hizo que todo aquello que creía haber superado volviera como si nada. Tal vez aquellos sentimientos, nunca fueron borrados realmente.
—Dios...— suspiro negando con la cabeza, con una pequeña sonrisa, decidida a dibujar, saco lo necesario y se puso cómoda. Esta vez comenzó a pensar en su padre y no pudo evitar sentir pena y soltar un par de lagrimas, sus trazos eran delicados y suaves, con movimientos tiernos y melancólicos. Hasta obtener un hermoso retrato de su padre.
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Mariposas de Colores [Sukuna Ryomen]
FanfictionTras la muerte de su padre, Sadashi y su madre vuelven a su lugar natal, tras el paso de los años Sukuna y su hermano tienen un cambio radical... Un día, ambos ojos carmesí vuelven a encontrarse, pero no como ambos se recordaban. Ambos chicos que r...