Podría decirse que, por azares del cruel destino, Morgana y Dimitri nacieron con la peor suerte del mundo.
Por separado ambos son marginados sociales y ser un par de adolescentes huérfanos no ayuda a su situación.
Sin embargo, es evidente que la mal...
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Para el momento en que la noche cayó y el cielo pasó de haberse tornado azul a morado, Dimitri estaba intranquilo y ligeramente asustado... Nótese el énfasis en el "ligeramente".
Se habían acercado ya lo más posible a las enormes murallas que rodeaban el Palacio Real, y vaya sí eran todo un gran espacio, tanto como de dos canchas de fútbol, y probablemente más. Las murallas estaban hechas de piedra y losas que reflejaban la luz de la noche y las Fases, las cuales iluminaban la oscuridad con su tenue brillo. Había guardias que aguardaban delante de la entrada principal, y para acceder a ella debían cruzar un pequeño puente de madera, así como una cancela de gruesos barrotes de hierro que impedían el paso.
Sin embargo, no era necesario cruzar por todo eso, en especial si su expedición al interior del Palacio debía ser furtiva sobre todo lo demás. Por lo que Auguste, según aseveró él, ya había visto lo suficiente para poder hacer que ellos se transportaran al otro lado de la cancela.
Jessica, por otro lado, había utilizado su gran y aguda visión para poder descifrar el número de guardias que protegían el palacio. Ella había contado treinta. No obstante, todos habían decidido que su número debía ser mayor.
Dimitri, si era honesto, no entendía cuál era su papel o parte en todo eso. Después de todo, Jessica, Auguste, Ágata y Cian parecían saber lo que hacían... Y, tal como ellos habían mencionado, sus habilidades, lejos de ser útiles para la protección o el ataque, eran idóneas para el espionaje.
Seguía sin saber qué era lo que debía hacer ahí, o si acaso realmente tenía un lugar, siendo que no tenía magia como los habitantes de Allwer, e incluso si así fuera, no tendría en lo absoluto control de ella.
Bueno, ¿qué se le iba a hacer?
Pese a ello, también era lucha de Dimitri, considerando que debía encontrar la manera de sacar de ahí a Den y Sarah... A las dos personas que menos tenían razones para inmiscuirse en ese problema. Debía liberarlos a toda costa, porque ninguno de los dos merecía estar ahí. No eran como Dimitri, que había elegido estar en Marzaba.
Soltó un suspiro. Él y los demás habían regresado al restaurante de antes, habiendo cenado ya y mirando por la ventana.
Ya era de noche, sin lugar a dudas. Sin embargo, no podían hacer nada... No sin el granch.
—¿Creen realmente que Thiago venga con nosotros? —preguntó de pronto Morgana, sentada a su lado y con su barbilla apoyada sobre el dorso de su mano.
Dimitri la observó en silencio. Luego, volvió su mirada hacia Jessica para medir su reacción, que únicamente fue fruncir el ceño y titubear.