Dos

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"Valiente".

Alguien grita, pero suena tan lejano que dudo que haya sido yo. Me desconecto del mundo por segundos, aturdida, mareada. Me falta el aire. Lo puedo sentir, o más bien, no sentir. Y ahí me ven, patética, mientras intento respirar y enfocar la vista. ¿Anna? ¿Anna? ¿La dulce chica pelirroja con pecas en las mejillas? ¿La chica pequeña y delgada que no sabe ni como blandir un arma? ¿La preciosa chica alegre de ojos azules, como el cielo en primavera? Mentira.

No puede ser Anna, su nombre solo estaba escrito nueve veces en esa estúpida urna. Nueve. No diez, no veinte. Nueve.

Alguien se derrumba más allá, lo veo porque la gente se hace a un lado, aunque hay dos personas que intentan ayudarla a pararse. Al principio pienso que es una amiga de las muchas que Anna tiene. Pero al ver su lindo cabello color naranja atardecer, sé que es ella. Los oídos me pitan. Abro mi boca para dejar escapar un "no", pero no lo escucho. Cuando alguien me toma de un hombro, despierto.

- ¡No!-grito, atrayendo miradas y abriéndome paso, pero ya dos agentes de la paz, con sus tontos trajes blancos, están ayudando a Anna a levantarse. ¿Por qué ella? Ella se levanta, con la cara roja, su vestido un poco arrugado, y lágrimas en sus mejillas. Corro lo más rápido que mis piernas entumecidas me permiten, aunque no tengo que empujar a nadie, ya que las chicas ya me abrieron paso hacia fuera de la multitud. Salgo del grupo hacia el pequeño y vacío camino que divide a los chicos de las chicas. Llego a tiempo para ver como los agentes empujan a Anna con poca suavidad al pie de las escaleras dónde, al final de éstas, Toothiana la espera, con la mano extendida. Grito más y los agentes de la paz que están esparcidos por la división de camino, se acercan. Unos brazos fuertes con un calor familiar me toman por el estómago y me comienzan a arrastras así como veo a Anna voltear a ver a mi dirección.

- ¡Suéltame!-le grito a Eugene, que maldice, e intenta meterme a mi grupo de nuevo. Pero Anna grita "Elsa" y yo me zafo con todas mis fuerzas, perdiendo el equilibrio por un segundo, para luego correr a Anna. Pero otros dos agentes me cierran el paso y me toman de los hombros. Entonces tengo algo que decidir. ¿Dejar sola a Anna? ¿O dejar que muera en un baño de sangre? Algo dentro de mí chasquea.

La respuesta me es obvia.

- ¡Me presento voluntaria!-grito, y escucho sonidos ahogados de exclamaciones a mi alrededor. Hay una regla, que te permite presentarte como voluntaria para salvar a una persona; sólo si eres hombre o mujer, respectivamente de a quién eligieron, de entre doce y dieciocho años. Todas las miradas se posan en mí. Las pantallas gigantes que muestran lo que las cámaras graban, me toman a mí. Los agentes dejan de forcejear conmigo.

- ¡Me presento voluntaria como tributo!-grito, empujando a los agentes y mirando al alcalde Undersee que observa todo con los ojos muy abiertos.

Grito con tanta calma que me cuesta creer que acabo de vender mi vida.

Anna grita algo, pero no lo escucho. La plaza queda en silencio total por dos segundos, donde puedo escuchar a Eugene murmurar un "no". Reacciono y corro todo el espacio que queda entre Anna y yo, dónde me abro paso entre otros dos agentes y la abrazo, aferrándome a lo único que realmente he querido desde siempre. No podría dejar que Anna entregara su vida en los Juegos.

- ¡Vaya, vaya!-oigo que Toothiana exclama, con su acento del Capitolio, parece conmocionada y feliz-. Pero me parece que deberíamos presentar a la ganadora de la cosecha y luego pedir voluntarios, si aparece uno, pues...

Suelto a Anna, mientras dejo que el alcalde defienda a Anna, quizás porque siente lástima, quizás porque me cree valiente. Le tomo los hombros, viéndola a los ojos.

-Anna, tienes que irte.

- Elsa, ¿Qué hiciste?-me pregunta ella con lágrimas en sus lindos ojos. Yo le sonrío con todo el dolor de mi corazón y procuro no llorar. No quiero darle un buen show al Capitolio, que seguro deben estar viendo esto con una estúpida sonrisa en sus caras.

Juegos del Hambre {Jelsa}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora