"Enviada".
Es la luz grisácea la que me despierta.
Primero abro un ojo y luego suspiro, cerrándolo. Siento una punzada en el pecho al recordar qué día es hoy.
Subo las manos hasta mi rostro y me restriego la nariz. No voy a llorar.
Me levanto mientras deshago mi trenza y camino hasta el baño. No sé qué hora es, pero seguramente no falta mucho para que tenga que irme. No pierdo tiempo y me quito el maravilloso vestido de Bunny y me meto a la ducha. El agua cae demasiado fría, pero no me molesta; y de hecho me agrada. Un chorro de espuma con olor a cereza cae y me cubre.
Cuando salgo, ya han tendido la cama y puesto un traje sencillo sobre ella. Consiste en una blusa color azul invierno y unos pantalones térmicos junto con unas botas de combate. Listo para todo.
Cuando me visto, me ato el cabello en un rodete y asiento varias veces hacia el espejo, intentando asimilarlo todo. ¿Dónde están los árboles verdes y la tierra seca de casa? ¿Dónde está mi hermana de cabello anaranjado y mi mejor amigo de nombre falso? ¿Dónde quedó mi hogar?
Luego regresa a mí la realidad. Mi hogar sigue allí. Intacto. Soy yo la que se ha ido y cambiado. Pero no porque quise.
Alguien toca la puerta y me volteo bruscamente.
-Pasa- digo.
Es Toothiana, que viene a decirme que dentro de diez minutos Bunny vendrá por mí. Sonríe con tristeza y es la primera vez que la veo así desde que llegamos. Me aprieta el hombro una vez antes de salir.
Me quedo un momento en blanco, antes de reaccionar y sentarme en la cama. Acaricio la suave tela, decidiendo. Desde que llegué he dado los Juegos por perdidos, pero, ¿es así? Es decir, tuve un 11 en la puntuación, ¿no?
Y, sí, probablemente fue cosa del azar, o la suerte. Pero... Quizá no.
Yo, la hija delicada de la familia, la chica de más lógica que instinto, la reflexiva y nada impulsiva. La quieta y callada.
Pero, ahora, todo parece ser al revés. Me han ganado mis impulsos más de una vez. He demostrado una gran afinidad con las armas a pesar de nunca haber trabajado con ellas. Soy astuta y puedo resolver las cosas fácilmente.
Quizás... Sólo quizás... No todo está perdido.
Salgo de la habitación después de algunos minutos, pero al parecer cacho a Toothiana a punto de entrar a la de Kristoff. Se gira a verme rápidamente pero yo me limito a ir a la sala casi corriendo. Lo menos que quiero ahora es ver a Kristoff.
En la mesa está sentado St. Nicholas, con, por supuesto, sus galletas y leche. Enfrente de él está Bunny, con las manos entrelazadas sobre la mesa. Ambos voltean a verme y abren mucho los ojos; casi como si no hubiesen esperado verme allí. Sonrío débilmente y me siento a un lado de Bunny. Él hace una seña al avox que al final termina trayéndome un plato de avena con azúcar morena. ¿Hace cuánto que no probaba el azúcar morena? Acerco mi rostro al trozo de porcelana e inhalo profundamente. Huele a hogar, si es eso posible. Pero el hogar, hogar. Donde estaban mis padres con nosotras en la pastelería. Un recuerdo de mí jugando con Anna despreocupadamente me inunda y siento una punzada en el pecho.
-Anda, pequeña, come- me avisa mi estilista y yo asiento, mientras hundo la cuchara en el plato e intento disipar el nudo en mi estómago.
-Tienen que irse en unos diez minutos-dice St. Nicholas y me apunta con su galleta mordida. La escena casi me hace reír. Casi.
Bunny se levanta de su asiento y se coloca detrás de mí antes de pasarme las manos por el cabello y quitar la liga que lo sostenía en su lugar.
-Más vale no perder el tiempo.
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Juegos del Hambre {Jelsa}
FanfictionEn el mundo pos-apocalíptico de Panem, Elsa Arendelle se ofrece como voluntaria para salvar a su pequeña hermana, Anna. Si quiere volver con ella, sabe que tendrá que cometer el peor acto humano: matar. ¿Que pasará si se resiste a las reglas que org...