Hay un momento de nuestras vidas en el que
somos tan vulnerables que nos rompemos y no
sabemos cuándo las piezas se volverán a unir.
Así era como se sentía Elisabeth luego de pasar
un largo tiempo en una relación tóxica, hasta que llegó él y se prop...
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BETH se bajo del coche refunfuñando por no haber tenido tiempo de cambiarse antes de ir al aeropuerto. No solo había tenido una sesión de fotos temprano sino que también algunas entrevistas a las que no podía faltar y para no llegar tarde, simplemente se fue directo a recibir al británico. Acomodo su cabello que caía en ondas sobre en sus hombros y se paró contra la puerta del auto esperando a que el ojiverde saliera por las puertas del lugar. Por alguna razón, se sentía nerviosa, era la primera vez que se iban a ver desde Monaco y aunque habían llegado a un acuerdo, no dejaba de pensar en los sentimientos de Lando, que podría lastimarlo y lo estúpida que se sentía por no poder corresponderle de la manera que él merecía, aún cuando ella también sentía algo por él. Sonrió cuando divisó al ojiverde cruzar las puertas y buscarla con la mirada. Se veía tan guapo y tierno a la vez, su cabello estaba un poco bastante despeinado, sus ojos estaban cubiertos por unos lentes de sol y aunque iba con la ropa más básica que alguien pudiera vestir, a ella le pareció que lucia increíble.
-Lo siento, ¿acaso no estoy vestido para la ocasión?-bromeó haciendo ilusión a lo arreglada que estaba la castaña .
Blanqueó sus ojos con diversión.
-Tuve una mañana ocupada, llena de entrevistas y sesiones de fotos pero tenía que buscar a alguien.- contó.-Tal vez venía contigo, ojos verdes, cabello perfectamente despeinado y con acento británico.
Charles soltó una carcajada.
-No te vez mal, Beth.-murmuró.
La modelo sonrió y no pudo contener más las ganas, así que se acercó a él y unió sus cuerpos en un abrazo.
-Es bueno verte, lindo.-murmuró en medio del abrazo.
- Lo mismo digo, linda.
Se separaron y Beth abrió la puerta trasera para que él metiera su maleta que no era ni muy grande ni muy pequeña, lo cual tenía sentido porque no se quedaría mucho tiempo.
-¿Estas listo para conocer Nueva York?-cuestionó la castaña con emoción cuando ambos estuvieron dentro del auto.
Eso creo, no sé si mi guía turística sea la mejor.-bromeó.
La castaña soltó un quejido fingiendo indignación mientras introducía la llave para encender el auto.
-Déjame decirte que soy buena guía turística, si logré que Max amara Nueva York, puedo hacer lo mismo contigo.
-Eso espero porque tengo muchas expectativas. Eres la elegida para quitarme mi virginidad neoyorquina.-bromeó.
-¡Eso suena horrible!-exclamó riendo.
Ambos rieron a carcajadas por la terrible broma que soltó el británico .
-Lo siento, no debí decirlo. Me arrepentí en el minuto que lo dije.- murmuró aun riendo. Se colocó el cinturón de seguridad.
