"- ¿Unirla a la legión? Ella es incapaz de creer en sus propias habilidades."
"- Entonces nosotros seremos los encargados de creer en ellas por la susodicha."
"- La llevaran a su propia muerte."
"- No des por hechas acciones futuras sin presenciar p...
Levántate, abre los ojos y lucha, no importan tus sentimientos ahora, ponte en pie y destruye a esos traidores por más que te duela, porque son eso mismo, traidores y no merecen perdón.
Consigo abrir los ojos a duras penas, intento ubicarme, mas donde sea que esté, la luz a duras penas existe. Muevo la cabeza levemente intentando encontrar algo que me ayude a saber donde me encuentro, pero en cuanto veo las cuchillas del equipo de maniobras me doy cuenta de que todavía no estamos a salvo, Berthold lleva en su espalda a un Eren amarrado con algunas cintas y a mi simplemente me sujeta con una de sus manos.
Observo a Eren quien parece haber despertado antes que yo, forcejea con el más alto intentando escapar, bajo la cabeza intentando simular que aún sigo dormida, necesito unos minutos para pensar en un plan de escape.
Mi cuerpo salta levemente al oír lo que parecen ser unas fuertes pisadas, deduzco que Reiner nos tiene aprisionados de alguna manera.
Mis ojos se abren con sorpresa al oír como unas cuchillas impactan contra la dura coraza del titán y no mucho más tarde se oyen nuevas voces, están discutiendo. Las voces se vuelven más entendibles al poco tiempo, han de estar encima de nosotros.
— ¡Basta Eren, no forcejees! – Oigo la voz de Berthold suplicandole a Eren.
— Pides imposibles, Berthold. Ya sabes que Eren no hace caso a nadie. Siempre fue muy ruidoso. Te entiendo perfectamente, porque yo también lo odio. Contengámoslo juntos. Salgan de ahí. – Intento hablar pero es en ese preciso instante cuando me doy cuenta de que un trapo cubre mi boca apenas dejándome soltar sonidos intendibles.
— ¡Berthold, devuelvemelos! – Oigo la voz enojada y desesperada de Mikasa, seguramente ha cundido en pánico.
— Diganme que es mentira, Berthold, Reiner. ¿Nos engañaron todo este tiempo? ¡Eso es horrible! – Siento el dolor en la voz de Connie, en cierta parte los entiendo, aunque su dolor ha de ser aún más grande, pasaron tres años juntos.
Agradezco interiormente a Hange quien seguramente me dió mis medicinas, casi no siento dolor en la zona de la herida.