"- ¿Unirla a la legión? Ella es incapaz de creer en sus propias habilidades."
"- Entonces nosotros seremos los encargados de creer en ellas por la susodicha."
"- La llevaran a su propia muerte."
"- No des por hechas acciones futuras sin presenciar p...
"El costo de equivocarse, es menor que el costo de no hacer nada."
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- ¡Levi! - La pequeña Sayuri llegó con la respiración agitada, sus manos llenas de frutas y algunas carnes y su rostro y rodillas con leves raspones.
- Mocosa, te dije que si corrías con el peligro de lastimarte no hicieras nada. - El mayor se acerca a ella, toma lo que trae en sus brazos y le ordena que se siente en una de las sillas de la mesa redonda en la que el pelinegro solía tomar su té.
Bajo la atenta mirada de la pequeña de nueve años recién cumplidos, deja todos los alimentos adquiridos por esta en la que era usada como una pequeña encimera de la prácticamente inexistente cocina que tenían.
Levi se acerca a ella observando la gran sonrisa de la de orbes oliva, tomó los pocos materiales que le quedaban a la pequeña para proteger las heridas en sus extremidades, siempre venía herida y cada vez aquellos raspones eran más severos que los anteriores.
- Sayuri, quiero pedirte un favor.
- Dime, haré todo lo posible para hacer lo que me pidas. - Sonaba tan feliz a pesar de estar metida en aquel vertedero, que el que no hace más de un año era adulto sintió rabia, rabia porque ella no tenía que estár allí con ellos, porque merecía una vida feliz fuera del subterráneo, aunque fuera de este la vida tampoco fuera mucho mejor, al menos, se merecía una vida donde no tuviera la constante duda de si al día siguiente podría llevarse al menos tan solo una pequeña migaja de pan a la boca.
El adulto sonríe levemente acariciando los cabellos de la pequeña la cual balanceaba sus piernas al no llegar a tocar el suelo cuando se sentaba en una de aquellas sillas.
- Mañana, Farlan, Isabel y yo tenemos algo importante que hacer, ¿podría intentar conseguir agua mientras no estamos?
- ¡Claro! Déjenmelo a mí, prometo traer litros y litros para no tener que ir a por más en meses. - Extendió sus pequeños brazos lo más que podía, intentando enseñarle a uno de sus cuidadores cuanta cantidad traería de aquella bebida básica.
- Por supuesto, tú eres la única que puede conseguir algo así. - Ella ríe contenta.