"- ¿Unirla a la legión? Ella es incapaz de creer en sus propias habilidades."
"- Entonces nosotros seremos los encargados de creer en ellas por la susodicha."
"- La llevaran a su propia muerte."
"- No des por hechas acciones futuras sin presenciar p...
— ¡Qué horrible herida! – Exclamó en un susurro Christa, la joven rubia de ojos azules.
— Sabía que no debían verla, no es algo muy agradable a la vista. – Contestó algo cohibida la menor intentando cubrir de alguna manera la enorme herida.
Sayuri fue detenida por su hermana mayor quien tomó con cuidado su mano evitando que siguiera cubriendo la herida que necesitaba ser tratada.
— No tienes por qué ocultarla, ellas son las que han decidido entrar a pesar de que pediste solo mi ayuda.
— Pero no les agrada, no tienen porque verla.
— Escúchame atentamente Sayuri, la opinión de los demás deja de importar cuando la vida va por delante. – Regañó de una forma un tanto filosófica la mayor. – Ahora ven aquí y déjame tratar tu herida, no quiero se que infecte.
La menor de las hermanas tomó todo lo necesario para el trato a la herida que fue atendida por la azabache mayor con la ayuda de las demás de vez en cuando.
— Así debería estar bien ¿Te sientes cómoda? ¿Apreté demasiado? – La de orbes olivas negó con una sonrisa agradecida.
— Gracias nee-san.
— No me agradezcas por algo que es totalmente normal, si mi hermana menor necesita mi ayuda es obvio que haré cuanto haga falta.
Sayuri no tenía palabras para describir cuánto había extrañado a su hermana, porque si se ponía a dar motivos la lista sería eterna. Mikasa siempre había sido su apoyo moral, aunque el acto era recíproco, también era su más fiel consejera y psicóloga, después de la ida de sus padres no les quedó más remedio que comenzar a apoyarse entre ellas para no caer en la desesperación y rendirse.
— Bien, ahora que ya estás atendida, ¿qué tal si damos una vuelta por el cuartel? No creo que quieras seguir recordando el motivo de esa herida. – Aunque a primera vista la chica pecosa parecía ser bastante fría e insensible, Sayuri podía afirmar que estaba seguro que la forma que había usado para expresarse posiblemente era su manera de representar su preocupación.
