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El primer día de mi castigo si fue bastante largo, fueron demasiados recados para solo ser dentro el orfanato aún así los pude cumplir.

- Esto no será difícil- pensé

Y como si el destino me oyese, algunos dias después la cantidad de recados aumentó drásticamente la causa no la conocía aun, tenía mente muy concentrada al punto de usar mis poderes de algún modo para alcanzar a cumplir a tiempo. Generándome cansancio y quitándome tiempo al punto que apenas podía hablar con mis amigos, pero si algo bueno podía sacar de aquí era que ya no tenía que preocuparme por andar solo pero aún así esto no dejaba de afligirme.

La madre Nagano insistía en que hablará con ella respecto a ello, y terminé cediendo al días después; ese día me hallaba especialmente triste, me enteré que mi tarea había sido hecha pedazos con un mensaje.

PERRO ARAÑA (Haciendo alusión a que soy un lame botas por hacer caso a las monjas)

Esa fue la señal que necesitaba para entender que no me querían como amigo, un golpe a mi enorme ego que si bien me afectó mucho me lo merecía por patán, para terminar con un número mío haciendo el ridículo al irme llorando corriendo, si bien mis amigos salieron a defenderme no quita la vergüenza que me generó.

El gran héroe no puede sin sus secuaces se oyó por allí

En fin la madre Nagano al enterarse un rato después me llamó para que le contara que pasó

- ¿Y bien?, ¿me cuentas que sucedió?

- Todo es su culpa

- ¿Disculpa?

- Si no me hubiese dado ese castigo no me habrían hecho esa broma

Me miró seriamente y habló:

- ¿Seguro que te hicieron la broma por eso?

- Muy seguro.

- ¿No crees que fue por algo más?

- No, estoy seguro.

- ¿Seguro?, Yo los oí hablar respecto a tu altanería. Para mi que es uno de los motivos por los que te vi solo en el receso

Me quedé callado, había tocado un hilo delicado en mi personalidad.

- No es por eso- respondí con las voz muy baja- Soy muy popular entre todos

- Pero no del modo que quisieras ¿o si?- me quedé callado, estuve por irme pero la madre Nagano me detuvo con su kosei y me agarró del hombro y con una voz muy calmada y maternal habló.

- Escucha hijo, yo quiero ayudarte y apoyarte así como con todos, y necesito que confíes en mi.

- Y que hay de malo conmigo, ¿mi actitud?

- No, tu tristeza

Esas palabras me ganaron y me acerqué para un abrazo y hablé.

- Me siento solo- hable sollozando

- Nunca lo estuviste

- Pero no me quieren los demás niños

- ¿Quisieras que te aceptasen?

- Si, aveces pienso que mis amigos no me toleran o se aburren de mi, a veces creo que tener más en nuestro grupo ayudaría.

- Entonces trata de ser más humilde

- Pero dijo que mi tristeza era lo único malo

- Si pero trata de entender que para hacer amigos o simplemente por moral hay que ser humildes. Después de todo yo quisiera ver que en un futuro se apoyen entre todos para hacer algo bueno por el mundo.

RedemptionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora