"Spasibo... Agente Ramlou" —Habían sido sus primeras palabras y había bastado con eso para encender toda clase de pensamientos en la mente de Brock.
Ofrecer chocolate caliente a aquel chico después de la golpiza de Kraus había sido algo que sin duda, Rumlow no habría hecho por nadie más en su escuadrón. Bueno, nadie más en aquella banda de maleantes lucía tan inocente y perdido... Tan hermoso, le dijo una parte de sí mismo, aunque desechó inmediatamente la idea. Estaba divagando.
—El soldado del Invierno. —Pensó Brock, con sorna. —El sujeto le había salvado la vida en su primera misión, hacía cinco semanas y media y ahora le agradecía por aquel gesto mínimo de decencia. Irónicamente era lo más cálido y amable que nadie hubiera hecho por él en varios lustros. Sin duda, Hydra tenía mucho que aprender sobre su trato hacia sus agentes y en particular en su manejo hacia alguien tan especial.
El joven negó suavemente con la cabeza, mientras retomaba su posición como vigía, encaramado a una gran roca. Miró pensativo cómo su aliento se transformaba en volutas de humo contra el viento helado de aquél terreno agreste cerca del nacimiento del Río Mackenzie, rodeado por la más completa oscuridad y el aullido de los lobos a lo lejos. No le correspondía cuestionar las decisiones de la organización, pero muy por dentro, docenas de preguntas tomaban más y más forma en su mente. ¿Quién era el Soldado del Invierno?, ¿Por qué parecía no reconocer a los miembros del escuadrón desde un inicio?, ¿Cómo diablos había llegado allí?, ¿Cómo podía Brock ayudarlo?... No.
No debía pensar más en eso. Se recargó aquella roca y se ajustó los guantes térmicos, mientras miraba hacia el interior de su tienda de campaña, situada algunos metros por debajo del risco, donde aquel chico yacía acurrucado dentro de su saco de dormir y por primera vez en quién sabía cuanto tiempo, estaba seguro y tibio, al menos por unas horas.
—¡Diantres! —Bufó. Había un chico increíblemente sexy, medio desnudo y carente de voluntad durmiendo en su tienda de campaña y Brock ni siquiera había pensado en hacer nada más que cubrirlo y alimentarlo. Algo debía estar tremendamente mal con él.
El agente Rumlow se había esforzado muchísimo en las misiones más recientes, tratando de descollar y llamar la atención de sus superiores, pero no había reparado en la presencia de ese ángel guardián que siempre se aseguraba de que se alcanzara el objetivo, procurando que nadie lo viera. ¿Cuántas veces había pasado al lado del Activo, sin siquiera saberlo?
Sin duda, el Soldado del Invierno era una presencia dominante en el campo de batalla, pero al mismo tiempo, tenía una extraña sutileza que se había convertido en aquella fascinación sin forma por parte de Brock. Era obvio que el chico lo conocía y tenía consciencia de su alrededor, pero parecía invisible para Hydra... Entonces, ayudarlo no era sólo un estúpido acto altruista, sino algo verdaderamente necesario. —Meditó, finalmente, mientras retiraba la nieve de sus pestañas.
Hacía mucho que el pequeño Brock había robado por primera vez y casi inmediatamente había aprendido a golpear a sus oponentes hasta dejarlos sin deseos de discutir. Engañar y avanzar siempre habían ido de la mano en su imaginario, así que unirse a Hydra había sido el siguiente paso lógico en su descenso hacia el abismo. Y sin embargo, aquella noche, al pensar en el Soldado del Invierno durmiendo entre sus mantas, algo dentro de Brock Rumlow le susurró que por primera vez en muchos años acababa de hacer lo correcto. Y aquello encendió una diminuta chispa de calidez en su interior.
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CÓDIGO HYDRA
Fanfiction¿Cómo pudo ocurrir? El Implacable comandante Brock Rumlow no se enamoró del Soldado del Invierno de la noche a la mañana. Esta es su historia. Segundo Spin-Off de la trilogía "97 Minutos"