PERÚ

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Esconder una base secreta entre los gigantescos riscos del Cañón del Colca no había sido una mala decisión táctica, pero sí resultaba inhumanamente difícil para casi todo el equipo de operaciones especiales de Hydra subir al lugar.

En cuanto llegaron, Rumlow y los otros agentes prepararon los implementos necesarios para la misión, cocinaron las raciones y se dispusieron a aguardar órdenes del cuartel central. Aquello comenzaba a volverse rutinario para Brock, quien hacía un par de semanas acababa de cumplir tres años en aquella tropa en la que casi la mitad de elementos morían o eran reemplazados año tras año.

Los rumores decían que el propio comandante Kraus pronto recibiría un nuevo nombramiento y aquello sólo podía significar dos cosas: o sería asesinado o se convertiría en parte del Alto Consejo de Hydra. En cualquiera de los escenarios, era seguro que las cosas cambiarían en el escuadrón de operaciones de élite.

Rumlow había estado meditando aquello cuando fue enviado a montar guardia. Serían las cuatro de la mañana y ni siquiera se inmutó al ser asignado en el horario que nadie quería cubrir, simplemente porque soportar el frío andino no era una opción para cualquiera con mayor rango.

Para su sorpresa, al tomar el turno del idiota de Callaghan, notó una silueta agazapada sobre uno de los riscos, a unos cincuenta metros por encima del campamento; era muy probable que aquel inepto ni siquiera lo hubiese notado. Contra la oscuridad, Rumlow pudo haber jurado que se trataba de un enorme cóndor... Imposible.

Repentinamente, aquella figura avanzó con la gracilidad de un puma y Brock sonrió al reconocer a aquel hermoso joven a quien tanto había llegado a admirar.

—Hola, Winter. ¿Tienes frío? —Preguntó, tratando de sonar casual cuando estuvieron lo suficientemente cerca, pero la verdad era que ese chico lo impresionaba mucho más que Kraus.

—No, agente Ramlou. Mi termorregulación es óptima.

—Claro. Eres grandioso. —Aseguró Brock, con una certeza demoledora, mientras miraba a la distancia. —¿Sabes?, nunca había conocido a nadie como tú y estoy jodidamente seguro de que jamás volveré a encontrar a nadie siquiera cercano. Eres un gran compañero en las misiones.

—Gracias. Usted también es un elemento muy valioso. —El Soldado respondió y una pequeña sonrisa se extendió por el semblante de Brock. El chico en verdad se estaba esforzando en devolverle el cumplido. Se preguntó si alguna vez había charlado tanto con ningún otro agente. —Su puntería es muy buena, tiene gran habilidad en el combate cuerpo a cuerpo y su cabello...

—¿Qué tiene mi cabello? —Rumlow preguntó, sorprendido. Soldado del Invierno o no, nadie se metía con su cabello.

—Se ve muy suave. —Contestó Winter casi con timidez. —Me gusta.

—Pienso que tú y yo podríamos ser amigos. —La fría luz del amanecer comenzó a bañar el valle. Sin duda, aquella era una de las vistas más asombrosas que cualquiera pudiera observar. Winter parecía percibir algo más allá del alcance de Brock y el joven le admiró, ajeno al viento helado y el cansancio.

—Eso me gustaría. —Respondió.

Aquel fue el primer amanecer que contemplaron juntos.

CÓDIGO HYDRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora