Aquel paso entre las montañas soviéticas era uno de los terrenos más agrestes que Brock Rumlow jamás conocería. Mientras avanzaban, completamente camuflados a la caza de su siguiente objetivo, los miembros del escuadrón de Hydra se enfilaron en una formación recta, con el comandante Kraus a la cabeza y el Soldado del Invierno cuidando la retaguardia, para proteger al grupo. Una emboscada ahí sería mortal.
Brock era uno de los últimos en la fila y por mucho, el más joven. Por dos días había intentado mantenerse al margen de los maltratos del comandante a aquel muchacho, pero no dejaba de resultarle odioso que alguien tan eficiente como El Activo fuese dañado sin motivo. Procuró enfocarse en el camino, aunque era casi imposible dejar de notar la presencia del Soldado a sus espaldas, apenas unos siete u ocho años mayor que él, pero decididamente impresionante. De pronto, algo llamó su atención. Detrás de un arbusto, algo pareció moverse, alejándose a toda velocidad de ellos. El novato tomó su revolver, para contemplar atónito cómo el Soldado saltaba hacia detrás de aquel manchón de vegetación y descubrir de qué se trataba.
Un pequeño conejo saltó detrás de un macollo de pasto a lo lejos y permitió que Brock volviera a respirar. Falsa alarma.
Mientras recomponía su postura, buscó con la mirada al chico, quien se encontraba de pie sobre una gran roca, a unos dos metros sobre su cabeza. Se veía asombroso, fuerte y flexible como una rama de bambú contra la tormenta. Sin pensarlo más, le tendió la mano, cediéndole el paso como lo hubiera hecho con una dama. quizás fue sólo aquel férreo condicionamiento, pero el Soldado aceptó la mano que se le tendía y descendió de la roca, en completo silencio.
—¿Pero qué diablos acabo de hacer? —Pensó Brock, sintiéndose un completo idiota. Estaba claro que si alguien podía pasar sin ayuda en una misión, ese era el hombre que se movía a su lado, a quien había visto subir y bajar por horas a través de los grandes peñascos nevados con la gracia de un leopardo de las nieves. No obstante, aquel gesto no pasó desapercibido.
El soldado bajó la mirada en un gesto casi tímido.
—Gracias, agente Ramlou. —Musitó quedamente al pasar junto a él.
—No hay de qué, Winter. —Brock respondió con su mejor sonrisa. Pero entonces, al darse cuenta de lo que acababa de ocurrir permaneció estático en aquel lugar. Ni la nieve que caía sobre sus hombros, ni el viento, que azotaba su rostro lo habían dejado tan helados como el innegable hecho que acababa de afrontar.
Por todos los dioses. A pesar del borrado mental, El Soldado del Invierno... No. Winter lo había recordado.
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CÓDIGO HYDRA
Fanfiction¿Cómo pudo ocurrir? El Implacable comandante Brock Rumlow no se enamoró del Soldado del Invierno de la noche a la mañana. Esta es su historia. Segundo Spin-Off de la trilogía "97 Minutos"