Ocurrió en aquel campamento azotado por el viento de la costa.
Apenas habían transcurrido cinco meses después de la última misión con Wint, pero el agente Rumlow había sentido cada día como una auténtica maldición y ahora, después del proceso de descongelamiento, había asistido por primera vez al equipo técnico. Aquello había puesto a prueba sus nervios, al encontrar a su chico desorientado y sin un ápice de reconocimiento pero al menos, el resto de los parámetros durante la misión habían sido óptimos y quizás al finalizar el trabajo tendría tiempo de charlar con él algunos segundos.
Durante aquel tiempo, Brock ascendió como la espuma entre las filas de Hydra, al mismo tiempo que afinaba los últimos detalles de su inserción entre los torpes esbirros de SHIELD, que se jactaban se proteger la libertad, mientras actuaban exactamente del mismo modo que Hydra, —con la diferencia de que ellos no conocían las intenciones del propio Alexander Pierce—. En fin... Brock tenía ya suficiente qué pensar. De hecho, se había estado preguntado constantemente sobre sus sentimientos por Winter.
¿Sentimientos?, ¿Él? No recordaba haberse enamorado jamás y el sexo siempre había sido una mera reacción a la atracción o la necesidad, pero jamás a un sentimiento. Y sin embargo, esto que ahora comenzaba a albergar en su pecho era innegable.
Después de las primeras horas de trabajo, plantando evidencias falsas para una operación de espionaje en los médanos de Elands Bay, todo marchaba a pedir de boca y el comandante Kraven decidió que era hora de que el Soldado entrara en acción para la siguiente fase del plan: una serie de asesinatos sin testigos a lo largo de la zona.
—¡Brocky boy! —Rugió Kravinoff. —Arrastra al Activo a mi presencia.
—Sí, señor.
El Soldado del Invierno había sido resguardado en una de las cuevas cercanas esperando para poder ser usado y cuando Brock entró, le miró entre la penumbra, recostado discretamente en una enorme grieta al fondo del lugar. No hubiera podido decir que dormía, sino que se mantenía en un estado de mínimo consumo energético para prolongar su longevidad y su funcionalidad. El joven pensó en llamarle por su nombre para hacer que volviera en sí por completo, pero había visto suficientes agentes despedazados por el mal manejo del Soldado como para no ser cuidadoso en extremo.
Brock conocía el protocolo estándar, así que avanzó hasta donde reposaba su chico y le contempló un instante. Miró aquel rostro pálido y recorrió con la vista cada detalle, tratando de recordar su voz. Al pensar en el día en que se declaró, se sintió un completo imbécil, pero reconoció que aquello había sido lo más verdadero que nunca había dicho. Casi suspiró al mirarlo, suave y sereno una vez más.
Por primera vez en su vida, Brock se preguntó cómo sería dormir con Winter. Sólo eso. Dormir... Acurrucarlo entre sus brazos y murmurar un quedo Buenas Noches a su oído. Sentirlo respirar bajo su toque y saber que la noche transcurriría lenta y tranquila, con su nariz hundida entre las suaves hebras del cabello de Wint y las manos de ambos entrelazadas, con la absoluta certeza de que el mundo era un lugar mejor entre sus brazos. Verlo despertar despeinado y soñoliento, vistiendo una de sus viejas sudaderas, con aquellas marcas bajo los ojos, producto de décadas de sufrimiento, que día a día irían borrándose. Preparar un rico desayuno y compartirlo. Confiar en que aquel dulce ritual se repetiría hasta el último día de sus vidas... Y de pronto, aquella imagen mental se le antojó más bella e inalcanzable que cualquiera de sus aventuras de una noche.
Tras activar al soldado, el agente se sorprendió a sí mismo esperando un saludo, que contra todo pronóstico, llegó.
—¿Qué ocurre, agente Rumlow? —Preguntó Wint, mientras abría aquellos hermosos ojos grises.
—Por todos los dioses, me recuerdas. —Brock se quedó sin aliento al escuchar aquello.
—Descansar me permite tener acceso a algunos recuerdos recientes. —Aclaró el Soldado mientras se acomodaba al lado de Brock. —Ahora estoy listo para la nueva misión.
—Eres lo más hermoso que me ha pasado en la vida. —La voz de Brock prorrumpió sin que él mismo pudiese detener aquel comentario. Y entonces, un instante de silencio, que Winter rompió con toda naturalidad.
—Gracias... Brock.
¡Oh, Dío! Winter lo recordaba y era capaz de retener la memoria de su última vez juntos. Rumlow cada vez se convencía más de que debía ayudar a este chico. Al final del día, él había puesto en juego su vida y su integridad por mucho menos que aquellos ojos plateados, así que la decisión resultaba obvia.
Era cuestión de instantes para que el resto de la guardia llegara, así no importaba que quisiera componer un soneto a la belleza de Wint, Brock que se limitó a susurrar lo primero que le vino a la mente.
—De nada... En serio, no es nada.
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CÓDIGO HYDRA
Fanfic¿Cómo pudo ocurrir? El Implacable comandante Brock Rumlow no se enamoró del Soldado del Invierno de la noche a la mañana. Esta es su historia. Segundo Spin-Off de la trilogía "97 Minutos"