ITALIA

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Aquella luminosa mañana, Hydra tendría una jornada ocupadísima. El escuadrón de élite estaba apostado en varias casas de seguridad y el equipo de extracción aguardaría una vez que el primero creara un caos y un incendio en la embajada de Sokovia, pero el primer paso correspondería a Winter y Brock, quienes se encargarían de la fase inicial y la más importante: colocar cámaras espía por toda la ciudad debía ser algo simple para ambos, así que el recién nombrado teniente Rumlow decidió disfrutar el día. Roma les esperaba con los brazos abiertos y todo marchaba de maravilla, pero se necesitaba discreción.

—Debemos ser convincentes. Las misiones de espionaje así lo requieren. —Winter imitó a la otras parejas que pasaban y sin pensarlo, se colgó alegremente del brazo de su comandante antes de colocar dos diminutas cámaras sobre un poste. El gesto arrancó de la garganta de Brock una repentina carcajada —Santa María! Wint era brillante. —El agente pensó, mientras le miraba de soslayo, tras aquellos lentes entintados de diseñador.

Dos amigos o colegas charlando fríamente podrían despertar suspicacias entre la policía local una vez que aquello se convirtiera en un infierno, pero una tierna pareja disfrutando su luna de miel sería pasada por alto inmediatamente ante las cámaras de seguridad. 

Brock decidió que aquello era su sueño hecho realidad y besó la frente de Wint, en un gesto tierno y espontáneo. Le miró con calma y disfrutó el espectáculo del Soldado del Invierno, vestido como un guapo turista con jeans y camiseta en medio de aquella plaza. Rumlow conocía esta ciudad como la palma de su mano y decidió ofrecerle a aquel precioso chico algo más que una visita guiada, mientras terminaba su misión.

—¿Quieres un gelato?

Por un momento, Winter le miró, angustiado. No tenía información sobre el tema que Brock le solicitaba.

—Nadie viene a Roma y no come un gelato. Seamos convincentes. —Resolvió, mientras le guiñaba un ojo y sin más, avanzaron, tomados de la mano.

Ambos caminaron despreocupadamente, mientras fijaban a su paso la quinta cámara espía. Se detuvieron en un pequeño kiosco y Wint permaneció inmóvil, contemplando todos aquellos postres, nuevos y emocionantes.

—¿Qué sabor prefieren? —Preguntó el vendedor.

Después de más de seis años juntos, Brock conocía aquella mirada encantada... Y la amaba. Aquello significaba que su propia misión secreta sería lograr que Winter probara todos los sabores de Gelato de aquella ciudad.

Minutos después, tras devastar aquel kiosco, avanzaron riendo entre los charcos de lluvia matutina por las antiguas calles del centro, hasta llegar a lo alto de la Piazza di Spagna. Hicieron volar una parvada de palomas a su paso y la décima cámara quedó pulcramente instalada. El día parecía cada vez más luminoso y lleno de turistas; mezclarse sería pan comido.

Al llegar a la Fontana di Trevi, Winter se detuvo un instante y admiró, sin aliento, las esculturas de mármol que adornaban el monumento. Tras un certero lanzamiento sobre una marquesina, acabó de colocar todas las cámaras espías sin novedad.

—¿Sabes, Wint? —Brock lo tomó por la cintura, mientras le narraba —Hace mucho, los turistas lanzaban monedas a esta fuente para pedir deseos, pero el fondo se llenaba tanto que actualmente está terminantemente prohibido hacerlo.

—¿Y qué deseos pedían?

—No lo sé. —Brock reflexionó. —Probablemente querrían fama, dinero... Ya sabes, ese tipo de cosas. Si tales deseos pudieran cumplirse, yo no querría nada de eso.

Antes de que Wint pudiera preguntar más, su compañero extrajo una brillante moneda de su bolsillo y posó sus labios sobre aquella superficie brillante, para inmediatamente después exclamar —Alla salute di Winter, la stella più bella del firmamento! —Brock lanzó la moneda a la fuente, con una puntería impecable y la pequeña pieza desapareció bajo la superficie del agua en un chapoteo. Cuando el policía en turno dio media vuelta para sancionar al infractor, ambos ya corrían tomados de la mano, riendo como dos chiquillos hacia la Piazza Navona.

Este era el final de su misión. Pronto deberían regresar al punto de reunión, pero Brock decidió hacer valer sus últimos minutos; ambos se sentaron en uno de los muchos cafés de la plaza y ordenaron dos ristrettos. Suspiró, mientras Winter apartaba la miraba hacia el horizonte. Desde su mesa miraron pasar a todas las parejas que compartían sus postres y se besaban sin miedo por toda la plaza.

—¿Por qué lo hacen, Brock? —Winter preguntó, intrigado.

—Porque están enamorados.

—Y tú... ¿estás enamorado?

Por un instante el hombre bajó la mirada, con pesar. —No debería estarlo.

—Pero lo estás. —El genuino afecto que emanaban aquellos ojos plateados era lo más bello que un desgraciado como Rumlow jamás creyó merecer. Y sin embargo, allí estaba. Puro y asombrosamente fuerte, como el propio Winter.

Brock suspiró. —Así es. Me enamoré como un idiota. Y aún no puedo creer cuánto.

—Ella debe ser muy afortunada. —Por un momento, la más absoluta miseria se apoderó del semblante del chico.

Rumlow sonrió, sorprendido por tal candidez y, tras asegurarse de que sus transmisores estaban fuera del área de recepción,  tomó las manos de Winter entre las suyas mirándolo a los ojos. 

—No hay una "ella", Wint. Hay un joven y hermoso príncipe que me ha robado el corazón. Él es valiente, dulce, brillante y fuerte. ¡Oh, dios! Es el ser más increíble que ha existido y no hago más que soñar con nuestro próximo encuentro, pero Hydra... ellos lo apartan de mi cada vez. Y cada vez él olvida, pero cuando nos volvemos a encontrar, él es un poco más hermoso y yo estoy un poco más loco por él. —Declaró Brock. En ese momento, le miró con aquella gran sonrisa que sólo era para su amor. 

—Sé que quizás mañana no quedará huella de mis palabras, pero todo vale la pena porque a veces, puedo hacer feliz a mi amado. Podemos estar sentados a mitad de una misión y comer gelato... y puedo confesarle lo que siento. —Brock Rumlow jamás había sentido el peso de aquella mirada gris como hasta entonces. Inhalo profundamente y reunió todo su valor para terminar la frase. —Yo me he enamorado de ti, Wint.

—Y yo de ti,Brock.

CÓDIGO HYDRADonde viven las historias. Descúbrelo ahora