CAPÍTULO 15

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La memoria esta en los rincones, esperando para tendernos una trampa

Me doy cuenta, ahora, que fue Ezequiel quien me regaló mi primer ejemplar de la Iliada cuando cumplí ocho años

Era una edición infantil, apadtada y resumida. Me fascinó la historia, la guerra, el caballo de Troya

En la adolescencia leí otra versión y allí encontré otra cosa, no sólo porque era una versión más cercana a la original sino porque yo ya era otro.

Los libros, ellos solos, nada dicen; somos nosotros los que los cargamos de sentido. Por eso no nos dicen siempre las mismas cosas

¿Donde habrán quedado esos libros?

Al levantarme decidí comprar un ejemplar

Primero tenía acordada una charla telefónica con un amigo que cuidaba mi departamento en el exterior. Recogía la correspondencia y regaba mis plantas, hierbas que tenía en la ventana de la cocina

Me contó que allá llovía desde hacía días, que no había llegado nada importante y que las plantas estaban bien; mejor que cuando las cuidaba yo, dijo entre risas. Yo hubiera querido contarle algo concreto que decirle, pero le conté vaguedades

Fui caminando desde el departamento de la abuela (ya debería decir mi departamento), hasta la avenida de Corrientes. Busque las calles laterales para evitar mi fobia a las avenidas. Avanzaba hacia mi objetivo errático y desordenado, pero avanzaba

Llegué a Tribunales y antes de ir a las librerías me senté a tomar un café en el Petit Colón, en los días que llevaba en Buenos Aires había tomado el hábito de sentarme en un café, con un pocillo entre las manos y observar a la gente o leer, sin que nadie me apurase. Hábito olvidado durante los años que me acostumbré a ir tomando cafés por la calle yendo de un lugar a otro

Acá era diferente: podía sentarme tranquilo y disfrutarlo. Tenía tiempo

Al doblar por la avenida me llamó la atención una panadería que vendía pastelería italiana. Buenos Aires, a diferencia de lo que creen sus habitantes me parecía ahora una ciudad bastante pobre en oferta gastronómica, me había acostumbrado a tener muchas variedades de comida del mundo al alcancé de la mano

La panadería parecía antigua, pero yo no la recordaba; debo de haber pasado por allí muchas veces sin verla. Tal vez ahora que mi ritmo era el de un turista descubriría otras cosas que antes me pasaban inadvertidas

Compré sfogliatelle y pasticiotti con almendras para llevar

Caminé por la avenida Corrientes tras la edición que buscaba, estuve en cuatro o cinco librerías hasta que la encontré. La edición completa de la Iliada, escrita en hexametros

El librero que me atendió, amable, pero un poco hosco leía un libro sobre  cultura y melancolía. Me cayó bien

En otra librería termine comprando una oferta de cinco libros de terror y ciencia ficción, de esos que forman parte de las colecciones que se venden en los kioscos de diarios

Por la noche repase mis partes favoritas de la Iliada, mientras tomaba té y comía de las delicias de la pastelería italiana. Saltaba páginas, de atrás para adelante y de adelante para atrás

Cerré el libro y me acosté con la Iliada dándome vueltas en la cabeza

Me dormí pensando en que la desgracia es el destino de hombres y héroes

Bajo el cielo del Sur Donde viven las historias. Descúbrelo ahora