A nuestras vidas las rige el azar, me lo enseñó el tiempo, me lo enseñaron los librosHace años una amiga me recomendó leer El Halcón maltés de Dashiell Hammett. Hay una pequeña historia en ese libro que siempre me acompaña
El señor Flitcraft era un buen ciudadano, buen padre y buen esposo. Iba caminando por la calle y al pasar por una obra en construcción una viga cae y se estrella en el piso cerca de él
Sale ileso, sólo recibe un raspon producido por una esquirla que le deja una pequeña cicatriz. Entonces comprende que los seres humanos mueren así, por azar y que viven solo mientras el ciego azar los respeta
Decide en ese instante no volver a su hogar, se va a vivir a otro lado, abandona a su família, su trabajo, se va sin decir adiós. Vagabundea por un tiempo hasta que en otra ciudad se vuelve a enamorar y se casa. Regresa a la misma vida rutinaria que tenía antes de huir
Y sin embargo, a pesar de la extraña actitud de Flitcraft, siento lo mismo que señala Spade, el detective protagonista de la novela de Hammett: Se acostumbró primero a las caídas de vigas desde lo alto y en el momento en que no cayeron más vigas, se acostumbró a que no cayeran
Igual que aquel buen ciudadano, yo ya había aprendido a estar atento a las caídas y a los cambios
Me gustaría, algún día, tener que acostumbrarme a las rutinas
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Bajo el cielo del Sur
Ciencia FicciónEstamos hechos por todos los que nos quisieron, los que dejamos de querer, de los momentos de alegría y de los momentos de despedidas, de los de placer y inquietud De los que nos hirieron, de los que nos curaron, de las canciones que nos emocionaron...