Mi vestido rosa palo estaba colgado en el perchero mientras que Mikasa me ayudaba a peinar mi cabello. Ambas nos estamos arreglando en mi cuarto para después ir a ayudar a Yelena.
—Final mente la soltaste— hablo mientras me abrazaba por la espalda.
—Al final lo logré.
—¿Segura que vas a poder ir a la boda?.
Una lágrima cayó por mi ojo y rápidamente la limpie, claramente me dolía por qué, a pesar de la deje ir eso no significó que yo la dejara de amar.
—Tengo que hacerlo.
Ambas terminamos de arreglarnos y pronto fuimos a la habitación donde se encontraba Yelena.
Estaba sentada en la ventana del cuarto mirando al cielo, sus ojos se veían hinchados y ni siquiera llevaba puesto el vestido, la hora de la boda se acercaba y ella aún no estaba lista.
—Yelena, ¿Que haces?.
Ella volteo a vernos y al instante se limpio las lágrimas, se que ella no se quería casar, pero su familia la obligaba.
—Tenemos que ponerte el vestido.
—Claro.
Mikasa y yo nos pusimos manos a la obra, primero se cambió y después pasamos al maquillaje, al último arreglamos un poco su cabello.
—Ire por unas gotas para bajar la hinchazón de los ojos. — Mikasa salió de la habitación dejando me sola con Yelena.
—Que seas muy feliz.— el nudo en la garganta comenzaba a molestarme
—Lo sería si fuera contigo con la que me casará.
No conteste.
—Tal vez en otra vida podamos ser felices.
—Comprendo, te prometo que en la otra vida te buscaré.
—Y yo te estaré esperando.
—Es una promesa.
Corrí a abrazarla, ella no me alejo solo me pego aún más a ella.
—Yelena en la otra vida, sigue siendo igual que en esta.
—Sere la misma Yelena, no importa si nos toca vivir en un mundo donde existan unas personas enormes que coman humanos, no importa si eres mi enemiga, no importa si en la otra vida tu y yo no somos aliadas, te recordare y está vez haré las cosas bien, te amare como lo hizo en esta vida.
—Y yo te prometo que... —las lágrimas ganaron, comencé a llorar, corriendo hacia un poco de mi maquillaje— prometo que te encontraré, aunque me cueste la vida.
Antes de que Yelena pudiera decir algo, entro Mikasa con las gotas
—Veo que de pusieron emotivas.
Ambas sonriendo, pasamos a arreglar mi maquillaje y después alguien llamo a la puerta, era el papá de Yelena.
—Adios Morgana.
—Adios Yelena.
(...)
—Que lo que a unido el hombre no lo separe nadie, Zeke puedes besar a la novia.— El juez termino de hablar y con eso Zeke beso a Yelena.
Nos fuimos para la fiesta y como fue costumbre las cámaras y varios periodistas estaban ahí.
Comencé a tomar copa tras copa, esperando a que así el dolor se fuera, venia como todos disfrutaban la fiesta. Hasta que llegó el baile.
—Que pasen a bailar los novios y familia. —Anuncio el dj.
—Oh mierda— pensé.
—¿Bailamos?.
—No quiero.
—No vas a rechazar a tu hermano.
Zeke tomo mi mano y me guío hasta la pista de baile, —Mierda Zeke, voy a vomitar.— pensé.
El puso su mano en mi cintura y comenzamos a bailar, Yelena bailaba con mi papá hasta que tuvimos que cambiar de pareja.
—Morgana te ves muy linda.
—Gracias papá. —mi voz cambio completamente, pero supuse que era por el alcohol.
—No sigas bebiendo, harás el ridículo.
—Lo se.
Terminamos el baile y me fui a sentar, a mí lado se sentó Jean.
—Te tengo una sorpresa.
Lo mire algo confundida y más por el hecho de que me lo había susurrado al oído.
—Vamos. —me tomo de la mano y me guío hasta la parte de atrás de la hacienda que se había alquilado para la fiesta, más allá era bosque y estaba oscuro.
—Jean, ¿A dónde vamos?.
Las ramas crujían bajo mis pies y mi vestido se atoraba a cada rato en alguna que otra, a este paso mi vestido se rasgara.
—Llegamos, tienes 10 minutos.
—¿Ah?.
—Hola.— su voz, era ella.
Mire a la dirección de dónde provenía la voz y sin esperar me avente a sus brazos.
—Hange, eres tú... estás aquí. Te extrañe tanto. — mis labios y los de ella se unieron, de una manera que me hizo olvidar que Jean estaba ahí.
Me separé de ella por qué la respiración me faltaba, pero después la volví a mirar bien y ella llevaba un parche en su ojo.
—¿Que te paso?.
—Mi papá a veces es un poco brusco, no es nada
—lo siento mucho Hans, en parte fue mi culpa que te echaran de la academia
—Ni te preocupes, ya estoy asistiendo a otra.— su voz era tan calmada.
Estuvimos hablando de lo que había pasado cuando ella y sus padres se fueron, le conté que Zeke no les contó a mis padres, así que esa pelea había quedado en secreto, solo entre los papás de Hange, Yelena Pieck, Zeke y yo, hasta que Jean informo que era hora de irnos, por qué de podrían descubrirnos.
Bese por última vez a Hange, le di mi número y por tercera vez la dejé ir.
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You are my beautiful weakness.
Fiksi PenggemarRegla número uno del Internado Fine Girls: "Las relaciones amorosas entre mujeres quedan estrictamente prohibidas" Regla número dos del Internado Fine Girls: "No romper la regla número uno"