Desperté con un horrible dolor de cabeza y el sonido de la televisión encendida, para ser más específica, sonaba la intro de Jorge el curioso. Con la cabeza palpitando me enderece viendo a Manuel sentado en la cama, con una de mis pijamas y un tazón de cereal, se veía muy tierno.
—¿De dónde sacaste eso?
—Ayer me la diste cuando me pediste que me quedará —dijo refiriéndose a la ropa.
—Ya sé que te presté mi ropa, hablo de la comida —señale con la cabeza tallándome los ojos.
—¡Ah!, una de las señoras de servicio vino y al verte dormida me dijo que prendiera la tele que aún así no despiertas y luego me ofreció comida —se encogió de hombros y siguió viendo la tele.
Me quedé un momento analizando lo que había pasado, ayer salimos con el chico del metro, sonaría más lindo tren, pero en la ciudad no son comunes, al menos como transporte y también con el que compra libros sin fijarse, baile con Lucas, me tomé fotos con Lucas, evite a Aarón, pase toda la noche con Lucas y el medicamento no había sido necesario aunque lo llevaba conmigo, no fue necesario porque me fume dos cigarros y una pastilla, no sé qué era pero me mantuvo tranquila la mayor parte de la noche.
Aún así la cabeza está a punto de explotarme, por los nervios no dejaba de beber y es que no sé porque él me pone de esa manera, con solo un rose de su piel, un sonrisa o una de sus miradas, me queda totalmente embobada y la confianza que obtenía se iba por la borda. Nunca me había pasado estás cosas con nadie, no soy de ir por la vida enamorándome o buscando chicos, siempre me mantuve en lo mío y ahora este viene y se queda en mi cabeza como si fuera un tumor, un tumor que debe ser removido si no queremos un daño.
Aunque, podemos alimentarlo y soportarlo, esperen un momento, ¿Manuel dijo que una señora le trajo el cereal? no hay señoras en el personal, a menos que...
Me levanté de prisa de la cama ignorando los mareos, mi mente sabía a dónde debíamos ir, por lo que ni los gritos de Manuel me hicieron detenerme, el mundo se movía debajo de mi, las ganas de vomitar me empezaban a golpear y las piernas amenazaban con doblarse. pero lo había conseguido, estaba en la cocina y ella estaba ahí, cocinando como siempre lo había hecho.
―¿Ana? ―ella se giró sonriendo y corrió para abrazarla.
—Hola mi dulce niña —dijo mientras acariciaba mi cabello.
—Hola nana —dije aun contra su cuerpo, luego de un rato me separé —. ¿Qué haces aquí?
—Tus papás me pidieron volver, claro que exigí una paga mejor —sonreí mientras ella me acomodaba el cabello detrás de la oreja —. Pensé que se quedarían un poco más arriba, estaba por subirles el desayuno.
—Amo aquí —dijo de repente Manuel regresandome a la realidad donde se había quedado a dormir, que tiene mi pijama y estaba desayunando en mi cama.
Luego de presentar a Manuel con mi nana, salí corriendo al baño del pasillo, vaciando los jugos gástricos de mi estómago, una vez que me limpie la boca regresé a la cocina donde nos sirvió de comer. Extrañaba sus desayunos, mis padres no estaban para variar, por lo que al terminar, los tres fuimos hasta la sala y nos quedamos viendo una película. Ana me había cuidado desde el dia de mi nacimiento, fue quien me enseñó a sentarme, a comer, me bañaba y vestía para la escuela, estuvo el día que conocí a Mia y desde entonces nos cuido a las dos, no la vi en el funeral y no sabía si ella sabía lo que había pasado.
Cuando Manuel subió en la búsqueda de su celular, ella detuvo la película dejando que el salón se inundara en un silencio que ahogaba, cada segundo parecía que la habitación se encogía y me costaba más respirar, supongo que hoy puedo ir a buscar una pastilla, están en el tocador de mamá, puedo tomarla enfrente de ella y así sabrán que solo fue una.
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Cuando la muerte me sonrió (Terminada)
Novela JuvenilMe siento tonta haciendo esto, incluso más usando la palabra "tonta", suena infantil, no suena a mí pero ella insistió en qué debía ser lo más educada posible contigo, dice que puedes ayudarme pero yo no quiero ayuda, yo no quiero que te sientas y m...