Capítulo 15 - Esto no es un sueño, miña nena

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- Esto no es un sueño, miña nena -

Hera

Cuando vi qué tenía delante ―o más bien, a quién― me quedé helada. ¿Puede uno quedarse helado dentro de un sueño?

―Esto no es un sueño, miña nena ―dijo mi bisabuela.

Se me inundaron los ojos de lágrimas, pero fui incapaz de avanzar hacia ella.

―¿Por qué? ¿Por qué prohibiste a papá traerme aquí antes? ―logré pronunciar. Quería abrazarla, decirle que la echaba de menos y que volviera a contarme todas aquellas historias, quería decirle que no volviera a marcharse. En cambio, lo único que me salió fue aquel reproche. Me sentía como si me hubiera tomado como a alguien incapaz de aceptar su verdadero yo, incapaz de lidiar con aquello. Y eso me cabreó, porque estaba harta de haber sido tan frágil, tan débil, y más aún de que la gente diese por hecho que lo era. Y por esa razón le pregunté, pues necesitaba saber la causa de sus actos. Por desgracia, todas mis esperanzas se fueron por la borda en el momento en que ella volvió a hablar.

―Esto no es un sueño, pero tampoco es real del todo, así que no puedo escucharte y mucho menos responderte.

Suspiré, decaída.

Nos encontrábamos sentadas en una cocina de pueblo. Pero no en una cualquiera, sino en la de su pueblo. Por la ventana podía apreciarse el paisaje: las demás casas de la aldea, los jardines de la nuestra, los bosques de eucaliptos y helechos, así como el ambiente húmedo y frío del exterior, donde se veían las finas y heladas gotas de la lluvia persistente; esa lluvia que llegaba y tardaba días en irse.

―Es como una grabación que conseguí, gracias a una amiga, introducir sin que nadie se enterara en tu primera dosis del entrenamiento mental ―continuó. Me fijé entonces en que aún tenía el pelo castaño, rizado y corto. Esa grabación era de hacía años, al menos de diez―. Se supone que lo que deberías hacer aquí te ayudaría a controlar tus poderes, así que te ayudaré un poco, aunque mi objetivo sea otro. Tendré que hacerlo rápido ―inspiró hondo―. Vale, primero y muy importante, tienes que controlar tu respiración. Contar hasta tres te ayudará mucho con ello: tres segundos inspirando, tres expirando, y entre cada proceso otros tres segundos manteniendo. El segundo paso es más complicado; depende mucho de la persona. Algunos prefieren clasificar. Ya sea clasificar sus quehaceres, sus pensamientos o cualquier otra cosa. Tuve una amiga a la que le gustaba clasificar a sus alumnos ¡por parejas! ―rio―. Y luego solíamos hablar sobre si acababan triunfando o no dichas parejas ―suspiró, nostálgica―. En fin. Otras personas prefieren alterarse para que sus poderes sean más fuertes, rememorando momentos que les producen rabia, amor, u otros fuertes sentimientos, lo cual no es muy recomendable, ya que la situación tiende a descontrolarse muy a menudo. Eso lo irás descubriendo con la práctica. Por último, es importante que tengas claro qué es lo que quieres hacer exactamente. No puedes invocar tus poderes sin tener un objetivo fijo. Por ejemplo, tú no puedes decir "quiero que equis persona se sienta mal" y ya. ¿Qué quieres que sienta exactamente? ¿Tristeza, ansiedad, agobio, nostalgia, miedo, terror puro? Cuando lo sepas, lo invocas y lo transmites. Las primeras veces te será complicado, pero con la práctica acabarás haciéndolo en un pestañeo. También es importante que sepas que esto es solo una pequeña parte de todo lo que puedes hacer, pero eso ya lo irás viendo; irás aprendiendo poco a poco.

Se aclaró la garganta, pensativa.

―Vale ―volvió a hablar―. Ahora al grano. He hecho todo esto para decirte que eres más especial que la mayoría; por eso prohibí a tu padre traerte más pronto, para que cuando ellos descubrieran lo poderosa que puedes llegar a ser, fueras capaz de defenderte por ti misma. ―Miró el reloj de su muñeca―. Se me acaba el tiempo. Recuerda la caja. Y recuerda, esto no es un sueño. Ahí tienes información importante. Lleva siempre el anillo contigo. No cuentes la verdad sobre esto ―suspiró―. Os quiero.

OCULTOS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora