𝐂𝐚𝐩7

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   Ya había amanecido y la lluvia cesado, podía escucharse un suave cantar de los pequeños pájaros que podrían encontrarse alrededor del alto edificio.

   Ran abría con cansancio sus párpados, no quería levantarse, estaba teniendo un cálido sueño y el pequeño cuerpo junto al suyo le transmitía una paz y tranquilidad envidiable por cualquiera.

   Cuando finalizó de separar sus perdidos ojos, enfocó estos en la hermosa creatura que se encontraba a su lado, su cabello algo liso por el alisado que se había hecho, pero ya con varias ondas, el suave color rosita que desprendían sus labios y mejillas, y el delicioso aroma a duraznos, no pudo evitar quedarse viendolo por un tiempo, es que para los ojos de Ran era sencillamente perfecto.

   Y podría seguir observándolo por todo el día, si no fuera por qué esa diminuta bola de algodón, empezaba a fruncir el seño, y mover su naricita, en señal de que se estaba despertando.

   Mientras se estaba despertando el Omega, esté soltaba frágiles estornudos, haciendo que Ran lo viera como un gatito, lo malo; esté gatito rasguñaba.

— Podrías dejar de verme como un imbécil y pasarme unos malditos pañuelos?

— Ehh...? — El Haitani estaba confundido. — Eh, claro, claro, ya te los paso.

— Gracias. — Dijo de forma sarcástica, mientras ponía mala cara.

— Joder creo que tengo un resfriado.

— Que? Te sientes mal?

— Noo, fíjate que me siento de maravilla, justo por eso acabo de decir que creo que estoy enfermó! — Grito lo último de forma un poco exagerada.

— Msh. — Suspiro el Haitani. — Voy a ver si encuentro un termómetro para medir tú temperatura, quédate acostado.

— Ni que tuviera ganas de levantarme. — Dice de mala gana, en forma de susurro.

 — Dice de mala gana, en forma de susurro

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— Mierda tienes fiebre. — Dice el Haitani después de comprobar la temperatura del Omega con un termómetro que compro en una farmacia.

— Con razón me siento del puto asco.

— Toma. — Le dice el alfa al omega, mientras alza su mano extendiendole lo que el omega pudo descifrar cómo pastillas.

— Y ésto para que?

— Como que para que, tienes fiebre, las pastillas son para que está se te bajé. Pensé que podrías tener fiebre o algo así, así que cuando fui a la farmacia también compré algunos medicamentos, así no tendría que salir dos veces. — Le explica el mayor al Kawata.

— Mm, bueno puede que no seas tan idiota como pensé.

— Eso fue un cumplido? — Pregunta de manera confundida.

— Bueno si te lo quieres tomar así.

— Entonces fue un cumplido, estoy seguro de que no lo fué, pero no quiero lastimar más mi orgullo. — Dice de forma deprimente.

𝘓𝘰𝘷𝘦 𝘍𝘰𝘳 𝘉𝘶𝘴𝘪𝘯𝘦𝘴𝘴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora