17.

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Jota se sirvió café de la vieja cafetera que escupe el agua como si estuviera ahogándose, mientras su padre charlaba con un miembro de otra sede que acababa de llegar para retirar su moto y seguir camino a visitar otra sede. Zeus Montero se despide del hermano del club con un apretón de mano seguido de un abrazo, regresa para seguir charlando con su hijo que lo espera con una taza de café en la mano, abre uno de los cajones del gabinete de herramientas para sacar una petaca de plata del interior, bajo la atenta mirada de Jota que no duda en esbozar una sonrisita al ver que su padre le agrega un poco de whisky al café.

-¿Qué?, me gusta con el café- alza los hombros sin más.

-Es uno de tus viejos hábitos papá- sacude lentamente la cabeza.

-Volviendo al tema, entonces, ¿te casarás de nuevo con Danna?-alza una ceja inquisidora.

-Renovaré los votos, si.

-¿Así que tú y ella arreglaron sus mierdas?.

Su padre siempre había sido un hombre de pocas vueltas, no temía decir las cosas que pensaba o criticaba, aunque él nunca se metió en la relación de su hijo y de su nuera, en el fondo también sentía cierta reticencia con respecto a lo que Jota vivió después de que ella lo abandonara.

-Si y no espero comprensión de tu parte papá, sólo que estés ahí ese día, es todo- suspira con pesar.

Zeus asiente lentamente.

-Guillermo me contó lo que pasó entre tu hermano y tú-comenta mientras bebe un sorbo arrastrando una de las sillas para sentarse-.¿Qué esperabas?, ¿Qué Ramo te diera un abrazo y te felicitara después de ver como te hundiste en la oscuridad y que casi te huelas la tapa de los sesos?-gesticula.

-No, pero esperaba que pudiera entender y respetar mi decisión, es todo lo que pido y tú también papá-señala.

-Mira ya no tengo que cambiarte los pañales como cuando eras un bebé, dejé de meterme en tu vida en cuanto te subiste a tu primera moto a los catorce años, ¿lo recuerdas?.

Jota río con nostalgia.

-Como olvidarlo, terminé estrellándome contra un poste y con un brazo roto- se frota el brazo al recordar lo sucedido-, Ramo vino corriendo para levantarme, estaba asustado y tu se lo prohibiste diciendo que ya no era un niño y que debía aprender a levantarme después de una caída.

-Era lección que te inculque desde que aprendiste a gatear y te chocabas por toda la casa, pero tu hermano siempre corría detrás de ti para levantarte, se asustaba contigo todo el tiempo de que algo malo te sucediera- sacude la cabeza lentamente- a veces creo que él hacía más de padre que yo.

-Ambos lo hicieron- contesta serio con un nudo en la garganta- tu me enseñaste a levantarme por mi cuenta, pero mi hermano siempre me protegía como si fuera a romperme.

-Lo hacía por miedo, temía perderte como perdí a tu madre- señala.

-Si, lo sé- bajó la mirada hacía el líquido marrón en la taza.

Ramo y él no era hijos de la misma madre, antes de conocer y casarse con su madre, su padre salía con una joven que conocía de la escuela, Zeus tenía diecisiete años cuando Ramo nació, al año su madre lo había abandonado con la excusa de que no estaba lista para afrontar todo lo que suponía que era ser madre y mucho menos ese mundo en el que Zeus se veía sumergido, como era el de las motos y la violencia que por entonces esto significaba. Años después la falta de una madre se vio compasada con la llegada Celeste a la vida de su padre y más tarde con la llegada al mundo de su pequeño hermano Jota, el pánico de la perdida de una madre cayó de nuevo en un Ramo adolescente cuando Celeste contrae cáncer y su posterior fallecimiento cuando Jota a penas tenía unos cinco años, Ramo siempre había sido protector con Jota pero se había vuelto aun más protector con la muerte de Celeste.

Love and BulletsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora