13.

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La casa de Jota esta ubicada en un bonito y tranquilo barrio residencial donde las calles están vestidas de adoquines, bajo un ambiente familiar y a unos metros del paseo marítimo. Denis se detuvo frente a la puerta de madera color marrón y tocó el timbre, dos veces, al no obtener respuesta alguna tocó.

-Inspector- salió uno de los vecinos curiosos que asomó la cabeza por la puerta.

-Don Gerardo- saludó- ¿Cómo esta?, ¿de casualidad ha visto a Jota?.

-Esta mañana temprano salió con sus cosas de pescar, dijo que necesitaba pensar.

Pesca, claro, por eso no atiende las llamadas.

-Gracias don Gerardo.

-Noa vemos inspector, ¡cuídese!. 

Salió de allí y se trepó en su coche. Jota tiene la costumbre de salir a pescar cuando se siente asfixiado, le ayudaba a poner la cabeza en remojo y distenderse al menos por unas horas. Denis tenía una vaga idea de donde podría estar, había ido con él un par de veces a pescar, mientras conducía, tecleo el marcado rápido para llamar a Lenna.

-Hola, ¿encontraste a Jota?- responde enseguida.

-No estaba en su casa pero uno de los vecinos me dijo que fue a pescar esta mañana temprano.

-¡Hijo de perra!- se escuchó del otro lado de la línea-, yo muriéndome de la preocupación y el señorito de pesca.

Denis contuvo una risita, Danna podía ser un poco especial en ciertas ocasiones y eso estaba más que claro ahora.

-Danna, deja que Denis hablé-pide.

-Por suerte para ti, se donde esta- aclara- les enviaré la dirección, las veré ahí.

-Genial, vamos para allá- cuelga.

Neco espera pacientemente junto a sus hombres en la costa, pronto divisó la llegada de las lanchas con los cargamentos de drogas y armas desde México. Al llegar las lanchas a la costa, sus hombres se mueven rápidamente para recibir la mercancía y asegurarse que sean transportadas hasta el almacén de materiales que hay abandonado del otro lado, que luego serán cargados en los camiones de la empresa Ibáñez, que más tarde irán a parar en manos de los compradores.

Mientras sus hombres hacen la descarga en la playa, Neco esbozó una sonrisa, se relamió los labios saboreando lo que próximamente estaba a punto de suceder, uno de los encargados de supervisar la llegada se acerca hasta él con un pequeño bolso que arroja de mala gana a sus pies, le clava una mirada asesina al mexicano que trae una pistola en su cintura.

-Tu billete- espeta.

El mexicano lo detestaba tanto como él, siempre que se cruzaban para el pago por bajar y cargar el cargamento en las costas, sus costas, se trataban con desdén, el mexicano no perdía la oportunidad en hacerle saber que Neco no le caía bien ni un poco, pero al gitano le daba igual, sólo esperaba el día en que pudiera darle una paliza por pasarse de listillo con él.

Neco chasquea la lengua y le hace un gesto con la mano a uno de sus hombres para recoja el dinero por él sin apartar la mirada del sujeto, el hombre revisa el bolso antes de enseñarle el dinero dentro de la bolsa.

-Es menos que la otra vez- señala Neco.

-Confórmate con eso, gitano-sus palabras sonaron agravantes el pronunciar la palabra "gitano".

En otra ocasión Neco no dudaría en arrancarle la lengua con su daga, pero ahora no podía dar un paso en falso o todo el plan que habían ideado con Román se iría a la mierda, así que se limita a asentir lentamente con una sonrisa falsa en los labios. El tío se da la vuelta para terminar de cargar las cajas contenedoras.

Love and BulletsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora