Capítulo 6: The Visit

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El día siguiente amaneció como cualquier otro y Harry no tenía forma de saber el violento giro que tomarán las cosas cuando se despierto con el cálido sol de agosto. Se da la vuelta en la cama, estirándose, antes de abrir los ojos. Es sábado y no tiene intención de hacer nada que no le apetezca. Se preguntó brevemente si Severus le acompañaría a la playa. El hombre ciertamente parece el tipo, pero no es que haya tenido muchas oportunidades de ir de vacaciones en los últimos años.

Un golpe en la puerta casi hace que Harry salte de la cama. En lugar de eso, se sienta rápidamente y mira a su alrededor, tratando de encontrar una camisa para ponerse, pero en lugar de eso sólo agarra la sábana de lino blanco y la sube, cubriendo su torso tan bien como uno esperaría.

-¿Si?- Se patea internamente por tartamudear como un adolescente.

La puerta se abre, revelando a Severus ya sin la ropa de su habitación. Harry se da cuenta de que lleva una túnica de lino negra, sin pantalones debajo. También se da cuenta de que el hombre está descalzo.

-¿Estás listo para desayunar?- preguntó Severus, mirando a Harry con duda en los ojos. Es obvio que Harry acababa de despertarse, ya que sigue desnudo en la cama, con el pelo más alborotado que nunca. -Creo que no. Te espero abajo-.

-Espera-. Dice Harry apresuradamente, dejando caer y apartando la sábana que sostiene contra su pecho. Intenta salir de la cama, pero con las prisas, se engancha la pierna con la sábana y se cae, quedando exitosamente como un idiota. -Joder-.

-Absténgase de maldecir en mi presencia, señor Potter-. Dice Severus desde la puerta, y su voz suena tan parecida a la de antes que Harry tiene que mirar rápidamente por encima del hombro para asegurarse de que el hombre no habla en serio. La sonrisa en la cara de Severus le dice a Harry que le están tomando el pelo.

-Oh, por el amor de Merlín, lo haces todo el tiempo-. Harry resopla, poniéndose en pie, su preocupación por su modestia desaparecida hace tiempo, mientras se dirige a la puerta de cristal que separa el dormitorio del balcón y la abre. -Estaba pensando que podríamos desayunar aquí-.

Severus entró en la habitación y se acerca al más joven, deteniéndose junto a él para admirar la vista. Es la primera vez que está en el dormitorio de Harry y tiene que admitir -(aunque sólo sea para sí mismo)- que el mocoso tiene un gusto excelente. No sólo la decoración del dormitorio es de muy buen gusto y hace que parezca realmente habitable, sino que, para colmo, la vista desde el balcón es impresionante. Es un inmenso mar verde que culmina en un mar azul. A lo lejos, puede ver una playa al pie de un acantilado.

-Estoy de acuerdo-. Dice, asintiendo con la cabeza.

-Genial. Vamos, te ayudaré con el desayuno-. Harry sonríe y se da la vuelta, ya haciendo su salida, pero la voz de Severus lo detiene.

-Ponte algo de ropa antes de bajar, mocoso-.

Harry pone los ojos en blanco y retrocede, empezando a buscar algo de ropa cómoda y ligera. Se plantea si debería ducharse primero, pero entonces recuerda su plan de ir a la playa. Se da la vuelta para preguntarle a Severus, pero el hombre ya se había ido. Se encogió de hombros y se puso una camisa y unos pantalones cortos, antes de bajar corriendo las escaleras.

-Oh, no, has llegado antes de que pudiera terminar de hacer el desayuno. Ahora tengo que lidiar con una amenaza en la cocina-. Dice Severus, suspirando dramáticamente. Harry choca su hombro contra el brazo de Severus y comienza a ocuparse del tocino y el pan.

-Sabes que eso no es cierto. He sabido cocinar toda mi vida-. Dijo Harry, antes de empezar a tararear una canción que había escuchado en alguna parte. Severus no dijo nada porque era algo que realmente no quería sacar a relucir. No cuando Harry parecía estar contento.

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