Capítulo 7: The Choice

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Severus estaba sentado en su silla del porche, leyendo un libro. Harry habia subido a su habitación poco después del almuerzo para "acostarse", pero Severus sabía que no era así y sospechaba que se había quedado dormido. Comprobó la hora y se da cuenta de que eran casi las cinco.

Será mejor que vaya a despertar al mocoso, pensó, sonriendo con cariño al imaginarse el mohín que pondría Harry si Severus le deja dormir y se pierden las mejores horas de la tarde.

Se levantó y entro, colocando el libro que había estado leyendo en su respectivo lugar en la estantería. Luego subió las escaleras y llamó a la puerta. Al no obtener respuesta, volvió a llamar. Y de nuevo nada, así que abrió la puerta y se asomó al interior.

La escena que se le regaló era algo salido de sus sueños y fantasías más salvajes, las que tenía mientras saciaba sus ansias de carne. Se le corta la respiración mientras sus ojos observaban ávidamente la escena, la forma en que Harry estaba estendido en la cama, con el estómago hacia abajo, una pierna doblada, su perfecto culo a la vista, sólo oculto por su ropa interior.

Pero eso no es todo. Ni mucho menos.

Suaves jadeos y gemidos salían de los labios separados de Harry mientras se abalanza sobre el colchón, buscando claramente el tan necesitado alivio. Era erótico, tentador, y hacía que la sangre de Severus hirviera  y sus ojos se oscurecieran de lujuria. Los sonidos que emitía Harry eran música para sus oídos y maldijo el hecho de que la cara de Harry estuviera girada hacia el otro lado y, como tal, sólo pudiera imaginar el aspecto del joven ahora. ¿Estába sonrojado? Severus apostó a que lo estaba, un suave tono de rosa tiñendo sus mejillas, sus cejas fruncidas mientras se esfuerza por alcanzar el clímax, sus deliciosos labios se separan para dejar salir los gemidos.

Severus sintió que se endurecia ante las imágenes que su mente le había proporcionado con tanta facilidad y cerró los ojos, tratando de alejar la erección. Cuando abrió los ojos, sacado de su ensoñación por los gemidos de Harry, ahora más fuertes, Severus cerro la puerta lo más rápido y silenciosamente posible, como si intentara contener alguna fuerza oscura dentro de la habitación que no quisiera que saliera.

Esto está mal, pensó, apoyándose en la pared del pasillo, palmeando su semi-ereccion y respirando profundamente. Está mal, repitió, sólo que ahora era perfectamente consciente de que había espiado a Harry en un momento de debilidad. Era codicioso y sabia que, por muy mal que lo pensara, seguiría utilizando esas imágenes como material de fantasía más tarde en la soledad de su habitación, en el vacío de su cama.

Por ahora, sin embargo, decidió dejar que Harry durmiera mientras bajaba a la cocina a preparar algo para que comieran más tarde en la playa. Seguramente Harry tendría hambre en algún momento, así que sería mejor tener sándwiches. Con eso en mente, entró en la cocina y se puso a trabajar.

Ni diez minutos después, Severus es sorprendido por Harry entrando en la habitación. Acaba de terminar de hacer una maleta.

-Son más de las cinco-. Dice Harry, apoyado en el marco de la puerta, ya con el bañador y una camiseta azul.

-Sólo por poco-. Argumenta Severus, señalando la bolsa. -Pero alégrate, he preparado comida que sé que vas a pedir a gritos una vez que estemos allí-.

Harry se revuelve y mira hacia otro lado, y Severus casi puede jurar que el joven se sonroja.

-¿Me ibas a dejar dormir toda la tarde?-.

-No hace mucho subí y llamé a tu puerta-. Dijo Severus y se dio cuenta de lo incómodo que parecía ahora Harry. -Desistí después de darme cuenta de que probablemente habías hecho algún hechizo para que no te molestaran-.

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