Capítulo 9: The Malfoy Wedding

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Cuando llegan a la Mansión Malfoy al día siguiente, Harry no puede evitar encogerse un poco. Intenta decirse a sí mismo que las disculpas fueron hechas y que los que más sufrieron han perdonado lo que pasó aquí -(al igual que Harry)-, pero la mente nunca olvida de verdad.

-¿Estás bien?- pregunta Severus, dándose cuenta de que Harry aún no le ha soltado el brazo. Es, por supuesto, consciente de lo que pasa por la mente de su marido. Eso sólo puede ser una cosa, en realidad.

Harry asiente, tragándose el nudo en la garganta.

-Sí-. Dice y mira a Severus. -Es que no estoy seguro de cómo debo jugarlo-.

-¿Jugar a qué?- pregunta Severus, volviendo a mirar a Harry con las cejas fruncidas, sin entender realmente a qué quiere llegar Potter.

-Nuestro matrimonio-.

Ah, claro, piensa Snape, su mirada deja al joven a su lado y se centra en la gran cantidad de gente reunida en los hermosos y amplios jardines de la mansión. -No tiene sentido fingir con Draco. Vino a la tienda en cuanto se enteró de la noticia y se la di directamente. No vi el sentido de tratar de engañarlo y, de todos modos, nunca lo habría comprado-.

-Entonces...- Harry empieza, inseguro, y termina por quedarse en blanco.

-Así que actuamos en consecuencia. No hace falta actuar ni parecer enamorado. Sólo lo mínimo para mantener las apariencias. Algunas personas, por supuesto, mostrarán su sorpresa. Otros serán más educados y no se meterán en nuestros asuntos-.

Harry resopla, encontrando ese comentario divertido. Prefiere que la gente haga esto último, sí.

-¿Puedo quedarme contigo en todo momento? Realmente no conozco a nadie aquí-.

-Puedes. Aunque aquí habrá conocidos-.

-Sí, pero no nos llevamos muy bien-.

-Lo sé-.

Su conversación se interrumpe cuando Draco Malfoy se acerca a ellos, con una túnica negra y plateada que obviamente está hecha a medida. Le quedan perfectamente y Harry tenía que admitir que al hurón le sentaban muy bien. El plateado de las mismas hacía resaltar sus ojos, que hoy parecían mucho más cálidos de lo que Harry estaba acostumbrado a ver.

-Severus, Potter. Me alegro mucho de que hayáis llegado los dos-. Dice Draco y parecía sincero, al menos. Le dio la mano a Severus primero y luego a Harry, y este último agradeció que no hubiera ningún comentario sobre su matrimonio.

-No me perdería su boda por nada del mundo-. Dice Snape y saca de uno de sus bolsillos una caja envuelta para regalo. -Esperamos que esto sea útil en el futuro-.

Harry miró la caja con interés. Ni siquiera recordaba que fuera costumbre llevar regalos a una boda, pero al parecer, Severus no le vende por no tener nada que ver con ese regalo.

-Oh, seguro que sí-. Draco sonrió agradablemente. -Astoria está allí mismo con mamá, querrá conocerte-. Añade, dirigiéndose ahora a Harry.

-¿A mí?-.

-Oh, sí. Cuando le dije que vendrías pareció encantada-. Explica Draco y esto parece sorprender a Harry. Draco baja la voz. -No todos los Slytherin tenían una vendetta contra ti, ¿sabes? Creo que ella te gustará. A pesar de su educación, a veces me recuerda a Granger-.

Esto dejó a Harry sorprendido. Y curioso, mucho. Los tres hombres se dirigieron hacia Astoria, que estaba hablando con Narcissa, ambas de pie junto a una fuente. Había varios invitados dispersos a su alrededor, la mayoría de ellos junto a las mesas de comida y refrescos de la recepción cercana, disfrutando de coloridos cócteles y apetitosos aperitivos.

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