Capítulo 2: The Memory

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Harry no quiere pensar en su futuro, no hoy realmente. Pero no puede evitarlo, ya que está sentado a la mesa con los Weasley, todos reunidos alrededor de ella disfrutando de un maravilloso festín que sólo una Molly Weasley podría proporcionar. Sus ojos se posan, una y otra vez, en las parejas. Están Percy y Audrey, George y Angelina, Bill y Fleur, Ron y Hermione. Luego están Molly y Arthur, que representan todo lo que él podría desear con su pareja. Es tan obvio lo enamorados que siguen estando después de todos los años que llevan juntos. Y son tan felices. Harry anhela algo parecido a lo que comparten, sólo que propio. Pero después de hoy, las perspectivas no son muy alentadoras.

Ginny parece notar su angustia porque le pone una mano en el hombro y se inclina más cerca.

-¿Estás bien?- Le pregunta, con la voz y los ojos llenos de preocupación.

-Bueno, sí, pero en realidad, no. Si eso tiene sentido-. Susurra, apretando su mano suavemente.

Ella lo mira con extrañeza.

-Creo que lo entiendo-. Finalmente dice, soltando su hombro. -¿Caminas conmigo? Hace una noche preciosa fuera y, a estas alturas, nadie echará de menos al cumpleañero si desaparece durante cinco o diez minutos-. Dice, mirando vagamente alrededor de la mesa, donde todo el mundo está participando en algún tipo de conversación con otra persona.

-De acuerdo. Vamos-.

Obviamente, la gente se da cuenta de que se levanta y dice que va a salir a dar un paseo, pero nadie les detiene. Algunos incluso piensan que después de tanto comer probablemente deberían hacer lo mismo. Salen de la casa y, en cuanto están fuera, Harry respira hondo, llenando sus pulmones con el aire puro y fresco de la noche. Tiene los ojos cerrados y se relaja durante un par de segundos, sus oídos captan ruidos de grillos en alguna parte. Cuando por fin suelta esa bocanada de aire, abre los ojos y mira fijamente a Ginny, que está mirando la luna.

-¿Mejor?- Pregunta ella, dirigiendo su mirada hacia él. Él asiente y comienzan a caminar hacia el huerto.

Caminan durante unos cinco minutos antes de que Harry diga lo que tiene en mente.

-Hoy he recibido una carta de Gringotts-. Empieza, jugando distraídamente con el puño de la manga de su túnica. -Y al parecer aún tengo bóvedas que heredar pero sólo puedo hacerlo si me caso. Tengo un año o hasta que Malfoy se case-.

Los ojos de Ginny se abren de par en par ante las palabras de Harry y lo mira fijamente, sorprendida.

-Eso es... duro-. Susurra ella, con la voz apenas emitida.

-Es... No creo que pueda hacerlo, Gin. Un año no es mucho tiempo, yo... Quería conocer a alguien, conocerlo, enamorarme de él, casarme, tener hijos con él. Me piden que haga la mayor parte de todo esto en menos de un año. No ponemos un sello de tiempo en el enamoramiento, Gin. No es así como se hace-.

-Tienes razón, Harry. No es así-. Ella se detiene y lo atrae para abrazarlo, acariciando su espalda con movimientos circulares y relajantes. -¿Ver a todo el mundo allí atrás desencadenó esto?-.

-S-Sí. Especialmente tus padres. Tienen todo lo que espero poder tener con otra persona algún día, ¿sabes? Son realmente especiales-.

Ginny sonríe.

-Sí, lo son. Es normal sentirse así, Harry-. Le susurra al oído, todavía frotando su espalda. -No pierdas la esperanza todavía. Tienes amigos, amigos muy inteligentes, que pueden ayudarte a... No sé, a encontrar una forma de evitar esto-.

-Como le recordé a Hermione, a los duendes no se les engaña-.

Ginny suelta a su amigo y pone los ojos en blanco.

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