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Una pequeña nota:
Ok, esto iba a ser una historia fuera de los one-shots, pero cuando la escribía me di cuenta de que no tenía ideas, ni imaginación ni ganas para seguirla, pero la idea me gustaba, así que decidí incluirla aquí... Siento que esta historia en particular no tiene mucho desarrollo en la pareja, que sería T/N y Shoto, pero es porque estaba pensada para ser una historia completa. Bueno, aún así, espero que la disfruten.
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Él tenía la culpa. Él me empujó a una supervivencia denigrante por sus propios deseos egoístas. Él me rebajó hasta el peor ser humano de la existencia, y yo caí como una estúpida, y volvería a caer una y mil veces porque lo amo, y no haría nada para hacerle daño.
Era su culpa, pero volvería a cometer todas las atrocidades que hice solo para que él estuviera a gusto. Maldito hijo de perra.
Lo odio, pero también lo amo, ¿Acaso eso estaba bien? ¿Acaso era un amor a nuestra manera? No. Definitivamente era un sentimiento mutuo enfermizo. Él tenía un encaprichamiento obsesivo conmigo, y yo estaba totalmente trastornada con su persona, loca y todo, me daba cuenta de que mis actos eran poco prudentes, y dementes a un extremo que nunca desee tocar. Y como una cobarde, huía de mí misma, para librarme de sus ojos hipnotizantes, su tono de voz tan relajante...
Diablos, quería volver... Pero no debía, y por una vez en mi vida quería hacer las cosas bien. Quería hacer lo mejor para mí sin tener que mirar a la persona de al lado.
– Maldito hijo de puta...
Llegué al extremo de la ciudad, a un puente que quedaba bastante más arriba del río que pasaba por debajo de este.
Poca gente transitaba por aquí, mayormente personas con pinta de delincuentes. Si me llevaba estas vidas conmigo, no tendría de que arrepentirme luego.
Mirando el piso, me acerqué al barandal, y lo crucé hacia el otro lado, sintiendo la brisa en mi rostro que traía consigo el río. Hasta ese momento no me importaba nada, hasta que ví la silueta de un chico a unos metros de mí, lo cual llamó mi atención.
Estaba sentado en uno de los pliegues del puente, mirando hacia abajo.
Parecía también estar aquí por las mismas razones que yo, o tal vez solo deseaba ver mirar el río correr.
No, ¿Que clase de loco perdido querría ver correr la basura de toda la ciudad por gusto? Por supuesto que ese chico también venía a acabar con su vida. Seguro tenía una vida de mierda para querer tener un final tan ruin como el que se estaba proponiendo tener, puesto que habían formas mucho más decentes para suicidarse que esta.
Él se veía inseguro, puesto que si quiera morir ya se hubiese lanzado hace rato.
¿Que te detiene, muchacho? Solo serán unos segundos de pérdida. Luego ya no sentirás absolutamente nada. El golpe de shock será suficiente para que tu mente deje de funcionar, y el golpe será de tal magnitud que te hará caer inconsciente automaticamente, y si rebosas de suerte, te asesinara en el acto.
¿Por qué dudas? No quieres vivir ¿O si?
– ¿Por qué no saltas? – Pregunté de una vez.
El chico se volteó alarmado, dejándome ver su rostro. Las lágrimas se deslizaban por si solas en torno a sus pálidas y tersas mejillas.
La oscuridad del puente y la poca iluminación de la luna no lograban ocultar el bonito rostro que poseía el muchacho, que no parecía sobrepasar los 17 años.