Capituló 12

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Alfred Cummins había establecido unas oficinas en  una de las calles centrales de Chicago, de esa manera manejaba sus negocios.
Cummins tenía fascinación por las mujeres Jóvenes  tenía sus bajos instintos puestos en Candice. se encontraba encaprichado con la rubia hermosa de ojos verdes, comenzaba a planear la manera que la tendría para el,  y a si, su hija tendría lo que quería por algo eran los Cummins.

Esa mañana en su oficina estaba por iniciar la batalla que daría por Candy, que importaba si William se oponía le demostraría que no aceptaba negaciones, y si ya había elegido a la señorita Andrew se la tendría que dar.
No sería la primera dama que sometería a sus bajas pasiones.
Así dispuesto llamó a su mano derecha

-Roberto! Necesito que contrates asesinos, necesito dos.

-Si señor enseguida.

Roberto estaba acostumbrado a los manejos sucios de su patrón, no le extrañaba sus peticiones acataba sus órdenes a pie de letra.

El viejo  Alfred cerró sus ojos a su mente llegó la rubia que había visitado hace poco.
-Dulzura, esos ojos con tanto miedo, tus labios mis besos te enseñarán a amar. Será despacio vas a saber lo que hace la experiencia. Mmmm... deseó tenerte para mí, solo para mi.
La puerta sonó dando paso a Roberto con dos hombres.

-Señor, aquí están los hombres.

-Muy bien caballeros la paga es buena, tengo dos encargos.
El primero necesito que vallan al hogar de Pony esta es la ubicación.-
extendió un papel con un sobre con mucho dinero, siguió explicando.
maten a un niño cualquiera que sea, si ven a una de estas mujeres extendió unas fotografías, quiero que la hieran sin matar, déjenla mal herida. Cual quiera de las dos.
desaparezcan las armas y ustedes también.

-No se preocupe señor nosotros sabemos trabajar. ¿Eso es todo?

-Si, retírense

Los hombres partieron a la tarea encomendada.

-Roberto, ahora contrata cuatro hombres más, quiero  vigilancia: William y George.
dijo extendiendo su dedo
Da instrucciones que sigan a la señorita Andrew, cuando tenga oportunidad secuéstrenla,  llévenla la propiedad más alejada de la ciudad que tengamos, avisen cuando la tengan con ustedes.

-Si señor así se hará . 

Alfred sonrió sus planes ya estaban corriendo como lo tenía planeado.
-Candice Candice! Hmm.. solo mía... este deseo me quema!
Sentado en su escritorio bajo una de sus manos tomando su miembro, mientras que con la otra mano metía sus dedos a la boca. Ahhh Candice!... Que delicia...

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La mujer que domina mis sentidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora