La actualidad

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Karel despertó en la oscuridad. Observó el interior del lugar donde se encontraba y lo único que vio fue un buro, un guardarropa y la cama, cuando se percató de que estaba en ropa interior apretó las sábanas contra su cuerpo. Escuchó a dos personas hablando en alguna parte de la casa, por el tono de las voces dedujo que eran dos hombres, se acercó a la puerta y pudo percibir que estaban en la planta baja. Comenzó a escuchar la conversación con más claridad.

—¡El jefe nos ordenó asesinarla sin piedad!

—Lo sé hermano, pero ten un poco de consideración, en primer lugar, nunca quisimos este trabajo y en segundo lugar nosotros no somos como él. Si queremos huir, este sería el momento perfecto.

—¡Tenemos que hacerlo! ¡Debemos matarla! —se exaltó el que tenía el cabello cobrizo y cicatrices en el rostro.

—Nos han dado la oportunidad de ser libres después de este trabajo, podemos largarnos de aquí, nadie verá lo que haremos —dijo el otro hombre más calmado.

—No sé, no sé qué hacer, si el jefe nos descubre...

—No lo hará. —Convenció uno de ellos, interrumpiendo a su hermano. —Nuestra hermana estuvo en la misma situación y la mataron, ¿lo recuerdas? fue el jefe quien mató a nuestra hermana, por favor escúchame y deja libre a la chica, ella es inocente. Nosotros podemos pasar desapercibidos con los pupilentes, podemos irnos sin dejar rastros.

Karel estaba temblando, pero no sabía si era por el frío o por el miedo que comenzaba a recorrer su cuerpo.

—Está bien, pero lo haremos a mi manera —contestó el que tenía cicatrices, frotándose la cara entre sus manos.

Se metió de un brinco a la cama cuando escuchó pasos en las escaleras y se tapó con las sábanas.

—Hoy será un buen día para ti niña —dijo uno de ellos, entrando a la habitación.

Podía sentir las manos de aquel hombre sobre su cuerpo, la estaba vistiendo. Quería retorcerse, pegarle, salir corriendo de aquel lugar, pero tenía miedo de que ellos la mataran en cuanto hiciera algún movimiento. Mantuvo los ojos cerrados y el cuerpo inmóvil. El tipo la cargó. Al bajar las escaleras se atrevió a abrir un poco sus ojos, se asustó más de lo que ya estaba al ver a aquel hombre tenía cicatrices en todo el rostro.

<<—Monstruos —pensó, llena de terror >>.

Al salir de la casa la metieron en la cajuela de un coche. Sentía que se asfixiada, sus pensamientos corrían en todas direcciones asustándola más. Tenía un miedo incontrolable que la hacía temblar. Al cabo de unas horas de camino abrieron la cajuela para darle un jarabe que le provocaron ganas de vomitar, pero tuvo que seguir fingiendo que estaba inconsciente. Se sentía abatida, quería saber que le había sucedido a su madre, quería volver con ella, pero ahora era imposible, estaba muy lejos de casa, solo recordaba los ojos negros de su madre, su voz diciéndole que todo estaría bien, sus brazos rodeándola, protegiéndola de todos los que le quisieran hacer daño. Sin darse cuenta le escurrieron lágrimas por las mejillas. Su cuerpo entero quedó inmóvil debido al jarabe, sus ojos no se pudieron mantener abiertos por más tiempo.

Despertó con el cuerpo entumecido, no podía sentir la lengua y tenía un terrible dolor de cabeza, trató de levantarse, pero sus piernas no respondieron y se volvió a tirar al piso, al cabo de unos minutos sus sentidos volvieron y comenzó a sentir el frío infernal. Caminó tanto que no podía sentir los pies. Faltaba poco para que la noche llegará, el frío le calaba los huesos, le dolía la cabeza, tenía sed y hambre. Caminaba con la esperanza de que alguien la ayudara, aunque todo estaba desierto. Paso un largo tiempo caminando, muriéndose de frío, temblando a cada paso que daba, hasta que llegó a un lugar, había un marcó que decía: Bienvenidos a Clase Alta.

LA CIUDAD FRÍA  {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora