Los contratos

177 15 2
                                    

—Eso... no... no, no puedes hacerlo, no es así para mí —dijo nerviosa, al sentir el aliento de Dante en su oreja—. Así que por favor no lo hagas.

—Bien —sonrió, parándose de la cama.

Se metió al baño a ducharse y Karel hojeó un libro sin mucho interés. Su mente divagaba en la boda de Dante y Aspen.

—¿Al menos puedes verme en toalla? —preguntó desde el baño, después de unos minutos.

—Sí.

Salió del baño con la toalla en la cintura. Quería dejar de lucir tonta cada que lo veía, pero no podía controlar sus gestos.

—Si sigues mirándome así tendré que cancelar mi reunión —se burló, secándose el cabello.

—Yo no estaba mirándote. —Karel regresó su vista al pequeño libro.

—¿Y ahora?

Bajó el libro para encontrarse con Dante frente a ella. Él no podía ser un simple mortal con esa belleza, era un personaje de fantasía, tan bello que la hacía temblar con solo tenerlo cerca.

—Karel Sullivan, ¿podría concederme un beso? —preguntó con picardía.

—Yo...

Tomó su rostro y la besó. Sus labios estaban húmedos, tardó unos segundos en volver a la realidad. Cada beso era único para ella, sentía que se despojaba de su alma y le entregaba todo a Dante.

Dante se comenzaba a sentir de nuevo él. Su corazón vivía a través de ella.

—Mi corazón es tuyo —expresó, con los ojos cerrados y la frente pegada a la de ella, mientras sus manos tomaban el rostro de Karel como un valioso tesoro.

—Mi corazón es tuyo —repitió ella.

En ese instante no había fuerza más poderosa en el universo que ellos dos unidos.

                                      ***

—Señor, su hermano llegó hace media hora —informó un secretario de la empresa.

—Está bien, Flavio, ¿quién más llegó?

—El señor Marcopolo y su abogado, también el señor Giacomo y sus socios.

—Bien, gracias. Puedes retirarte.

Entró a la oficina y vio a todos sentados. Siempre le gustó llegar tarde. Se caracterizaba en los negocios por ser un hombre imponente y de mucha exigencia, pero siempre llegaba retrasado en las reuniones. Le gustaba llegar tarde porque no soportaba la idea de esperar y nadie podía reclamarle eso, a excepción de Joseph.

—¡Hermanito, pero que sorpresa! —exclamó Joseph, con su habitual sonrisa burlona.

—Buenas tardes, caballeros, podemos empezar a firmar los acuerdos —dijo Dante, tajante.

—Antes que todo —mencionó Giacomo—. Tu padre me ha hecho saber sobre la cercana boda de mi hija y como regalo de bodas te adelantaré mis acciones. Quedarás como socio de Clase Media, pero al momento de firmar el acta de matrimonio serás el único dueño, espero sea de ayuda.

A Dante siempre le pareció un hombre repugnante, pero su plan se estaba logrando tal y como quería.

—Caro, Giacomo, es bien recibido y le juro que no se arrepentirá.

—No puede hacer eso. Mi hermano como usted sabrá no es un hombre de negocios, el aún no madura financieramente y si usted deja a su cargo todo esto será...

LA CIUDAD FRÍA  {TERMINADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora