Ayer estuvimos en dos playas distintas y con la última flipamos. El atardecer en la cala de Benirrás es alucinante. Veíamos el sol esconderse tras las montañas con un fondo de colores hermosos. Tonos naranjas, rosas, rojos, lilas, marrones. Alucinamos muy mucho. De fondo se escuchaban los tambores de la tribu "hippy". No pudo ser más perfecto.
Esta mañana hemos ido temprano a ver el mercadillo hippy "Las Dalias" y hemos salido encantadas con nuestros nuevos obsequios adquiridos. Luego hemos cogido el coche y nos hemos encaminado a cala Portinatx, que solo estaba a media hora de allí. También barajamos la posibilidad de ir a Es Canar pero nos hacía más ilusión ir a una cala pequeñita. Luego comimos en un restaurante que había cerca y, cuando acabamos, las chicas tenían mono de piscina, así que decidimos pasar el resto de la tarde en el hotel.
Ahora mismo estoy bajando de la habitación, donde he ido a dejar lo que compré en el mercadillo, para ir a la piscina. Al pasar por el vestíbulo del hotel veo que la tienda está abierta y entro para ver si tienen algún libro o algo que pueda leer ya que, como no me cabían más cosas en la maleta, no pude traerme ninguno.
No hay nadie pero yo igualmente me dirijo hasta el fondo donde he visto algunos libros. No me gusta ninguno de los que hay así que voy hacia el mostrador ya que detrás hay una puerta y es posible que alguien esté allí dentro.
—¿Hola?¿Hay alguien? —digo levantando la voz para que me oigan.
—Sí, un momento. —Oigo que dice un hombre.
Cuando sale me quedo muda. No pensé que le fuera a ver más. Parpadeo y abro los ojos como platos.
—¿Giselle?
—¿Leo?
—¿Qué haces aquí? —inquiere sorprendido.
—He venido a comprar un libro porque no tengo nada mejor que hacer. Mis amigas están en la piscina pero yo no tengo ganas y...—en ese momento me doy cuenta de que le estoy contando mi vida, paro y ratifico con una sonrisa tonta en los labios—. Lo siento, no sé porque te estoy contando todo esto.
—No pasa nada. ¿Este es el hotel en el que te hospedas?
—Sí.
—Yo estaba a punto de cerrar la tienda y tampoco tengo nada que hacer. Podemos hacer algo juntos...
Algo dentro de mí se agita, la sensación de estar en un punto de inflexión y no poder controlarlo. Me mordisqueo el labio, pensativa, evaluando los pros y los contras pero, al final, lo mando todo a la mierda y sonrío ampliamente, de repente muy contenta, mientras le digo que sí.
—Perfecto, dame unos minutos para cerrar la tienda y nos vamos.
Asiento y le digo que, mientras él cierra, yo voy a avisar a mis amigas de que me voy a ir con él. Salgo de la tienda y me dirijo hacía la zona de la piscina, dónde están haciendo el mono.
—Tías —las llamo y se giran—. Me voy a ir a dar una vuelta, ¿vale?
—¿Con quien? —preguntan al unísono.
—Con Leo.
—Leo...¿Tu Leo? —interroga Irune.
—No es mi Leo —puntualizo—. Pero sí, con él. Además, solo somos amigos.
—Uy, pues que te vaya bien —dice pilina y me guiña un ojo—. Luego nos cuentas cómo ha ido.
Me despido de ellas, les prometo que luego les contaré con pelos y señales lo que pase y me voy. Mientras me dirijo a la salida, escucho como todas empiezan a atosigar a Irune a preguntas sobre Leo mientras ella intenta responder a todo, sin mucho éxito.
ESTÁS LEYENDO
Todo empezó en Ibiza
RomanceGiselle necesita un cambio de aires y un viaje a Ibiza con sus amigas cambiará su vida. *** Giselle (léase en inglés), trabaja en atención al cliente de una importante multinacional y está, como poco, desorientada. Necesita tiempo para olvidar, reco...