22. Limpieza de armarios.

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—¿Hay algo?

—¿Aparte de polvo? No.

—Tiene que haber unas cajas...

—Te estas aprovechando de mí y no precisamente de la manera que a mi me gustaría...

Subido en esa escalera, Leo intenta alcanzar las cajas guardadas en el altillo del armario. Levanta los brazos y la camiseta se le sube, dejando a la vista su ombligo y una fina línea del vello que desciende desde él y se pierde por dentro de la cinturilla de sus vaqueros.
Así da gusto limpiar armarios.

—Giselle...

A ambos lados asoman sus músculos oblicuos y tengo que hacer verdaderos esfuerzos para no acercarme, sacar la lengua y lamerlos. Trago saliva con dificultad y doy un largo trago a mi cerveza.

—Giselle, por favor...

Si sigue insinuándose como hasta ahora, no se que va a ser de mí.

—¡Giselle! —grita justo antes de resbalar por la escalera y ser sepultado por decenas de cajas y bolsas.

Al parecer, sí que estaban las cajas.

—¡Madre mía, madre mía, madre mía...! —Empiezo a excavar entre bolsas y cajas para intentar ayudar a Leo a salir de ahí.— ¿Leo?

—Estoy bien, tranquila —dice apartando una bolsa de un manotazo—. Podrías haberme ayudado en vez de haberte quedado embobada mirando mi estómago.

MIERDA.

—Eh... yo no... —intento decir algo coherente pero me está resultando muy muy difícil.

—Bah..., si estoy como un tren, ya lo sé. —Me guiña el ojo y sonríe.

—Fantasma —me rio y él se contagia.

—¿Pero esto que es? —dice señalando un mini kit de golf para jugar mientras se está..., ya sabéis, defecando. Y es TODO de esa temática.

—Un kit de golf para jugar mientras el topo se asoma por el hoyo..., ya sabes a lo me refiero. Mi abuela lo compró en la teletienda es la cosa más...

—... increíble que compró. —Acaba mi frase, mirando encantado el kit de golf en forma de truño que tiene en las manos.

—Querrás decir " la más inútil que compró" porque eso no sirve para nada.

—No, lo he dicho bien. Y vaya que si sirve: te ayuda a amenizar el proceso. Es lo más ingenioso que se le puede haber ocurrido a una persona.

—Ujum... ¿Te lo quieres quedar?

—¿Me estás tomando el pelo?

—No. De hecho, va muy enserio. ¿Lo quieres o no?

—Por supuesto. —Sonríe como un bendito y se me acerca para plantarme un beso en la mejilla muy muy cerca de la comisura de los labios.

Ay ay ay ay ay ayyy..... que se me han caído las bragas y ellas solitas han salido en procesión para entregarse como ofrenda.

Todo empezó en IbizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora