❝𝐏𝐄𝐑𝐉𝐔𝐈𝐂𝐈𝐎ᬊ (Primera Versión)

ੈ✗↪Capítulo 14.

自由➤ Rostros siniestros,
maldiciones crecientes! ‹ ⋆

Todo se veía raro por la mansión, la seguridad había aumentado de un día para otro, al igual que la tensión y la agresividad del jefe supremo.
Ya no miraba a Alaska y nisiquiera visitaba a su hija, mikey estaba raro.

— ¿Mami que le pasa a papá?. — pregunto la infante sin entender el comportamiento de su padre.

— No lo sé mi niña pero, será mejor no involucrarnos.

Alaska agarró a la niña por los hombros y la llevo dentro de la habitación, no quería que vea la cara de odio de Manjiro.
Selina conocía solo su lado bueno, pero nunca su lado malo y para Alaska era mejor no verlo, era aterrador.

Ambas mujeres permanecieron en la habitación de la infante dónde la pasaron jugando, la mayor quería distraer a su hija lo máximo que pueda.
Todo iba perfecto para las dos, hasta que la puerta de la habitación se abrió dejando entrar a Mikey.

Su expresión era sería, tenía los nudillos ensangrentados y sus mejillas manchadas con sangre. Selina abrió los ojos impactada y asustada.

— Papá ¿¡Que te paso!?. — la niña se levantó de golpe.

Estaba a punto de ir abrazar a su padre pero Alaska se lo impidió agarrandola de los hombros. Ambos adultos se miraban fijamente, como si fuesen asesinarse con la mirada o bueno. Como si el la estuviese asesinando.
Dió un paso al frente mié tras Alaska daba un paso atrás junto a Selina.

— Están dando información de nosotros a las autoridades. — soltó en seco.

Alaska solo abrió los ojos en shock, por si sus piernas comenzaron a temblar.

— Hay un traidor en Bonten. — el se fue acercando aún más hasta agarrar a Selina. — Nos vamos.

— ...P-papá qu-

— Shhh, vamos. — alzó a la niña en brazos y agarró a la mujer de la muñeca.

Alaska sentía como era jalada fuera de la habitación, no podía seguirle el paso a Manjiro, el iba muy rápido.
La femenina sentía como su panza le dolía no podía aguantar.
Al llegar afuera de la mansión, mikey metió a Selina y Alaska dentro del auto.
La niña atrás y Alaska en el copiloto, por lo tanto Manjiro se subió al asciento del volante azotando con fuerza la puerta. Giro la llave alejándose de la mansión.

Alaska estaba temblando pero no era la única, la niña en el asiento de atrás estaba temblando mientras dejaba sus lágrimas salir. Se abrazaba así misma sintiendo miedo por la persona que conducía.
La mayor al ver a su hija así paso su mano por el espacio que separaba los dos ascientos delanteros, estiró su mano y la niña al verla la agarro con fuerza.