ੈ✗↪Capítulo 4.

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自由➤ Entre Nosotros! ‹ ⋆

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自由Entre Nosotros! ‹ ⋆

Cada día se sentía más horrible para si misma, el hecho de estar encerrada entre cuatro paredes la agobiaba y más si la única visita que tenía era de aquella bestia que la capturó.
Por dentro sentía asco y odio con tal solo verlo pero por fuera solo demostraba una expresión sin vida, sus ojos negros no brillaban, las estrellas en su vista se apagaron.

Cada noche luego de ser obligada a dar su cuerpo, se ponía a llorar tratando de recordar la mirada llena de alegría de su pequeña, ella sería la única capas de hacer sonreír a su madre en ese momento.

Se sentía rota y sucia cada ves que su piel era tocada por el peliblanco o lloraba desconsoladamente en silencio mientras era penetrada por este.
Las noches pasaban y Alaska no pegaba los ojos, las ojeras se hacían notorias y comenzó a descuidar su cuerpo. Los músculos que había ganado se fueron dejando solo un cuerpo delgado y frágil en todos los sentidos, su cabello corto estaba desordenado ella era un completo desorden.

Ya era viernes por la mañana, el día comenzó extraño para Alaska, esa misma noche no fue tomada por mikey y al despertar no fue acariciada por el. Eso ya era extraño para ella pero le gustaba.
Se reincorporo en la cama dando un leve bostezo se levantó con cuidado quitando las sábanas de sus piernas.

- Que extraño. - se dijo para si misma mientras caminaba en dirección a la ventana.

Se asomo en ella notando varios autos en ese mismo lugar, y en ese momento se puso a pensar que quizás el tenía trabajo que hacer despues de todo es el líder de la mafia más peligrosa de todo Tokyo y el hombre más buscado por su trabajo.

La puerta de su habitación sonó con dos golpes, Alaska se exaltó para luego ir caminando a la puerta y con cuidado la abrió llevándose una sorpresa.

- ¡Alaska tanto tiempo sin verte!. - sonrió aquel hombre alto.

Llevaba su traje lila al igual que su cabello su hermano venía con el. Una sonrisa perezosa se marcaba en los labios de los haitani.

- Hola. - soltó seca.

Realmente no sentía emoción al verlos, ella aún recordaba cuando la manosearon los dos estando borrachos.

- Un poco de cariño no te vendría mal. - rindo acarició su cabellera desordenada.

Ella quito su mano al instante.
Los hermanos entraron a la habitación dejando plantada a la pelinegra en medio de la puerta.
Comenzaron a explorarla viendo cada cosa que había allí sin excepción, esto molesto a la femenina.

- Oigan no toquen nada.

- Valla, tienes noches muy movidas, no?. - mensiono el Haitani mayor sacando una caja de condones del cajón. - Era evidente que el jefe sea adicto a ti.

- Deja eso. - la muchacha agarró la caja guardandola nuevamente en el cajón.

Ambos se sentaron sobre la cama viendo a la pelinegra reacomodar las cosas que desacomodaron.

          ❝𝐏𝐄𝐑𝐉𝐔𝐈𝐂𝐈𝐎ᬊ (Primera Versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora