V: "¿Qué le sucede a mamá?"

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Hace un tiempo que Louis venía con malestares, para ser específicos alrededor de un mes. 

El cumpleaños número 17 de los mellizos se acercaba por lo que atribuyó su perdida de energía a la organización de la celebración que se llevaría acabo. Además de que su omega últimamente lo confundía más de lo normal, por momentos melancólicos y por otros dichoso. 

Harry preparaba el desayuno, tostadas a la francesa con té, con toda la familia a la espera en la mesa principal. Tomó asiento a un lado de Atenea mientras esta parecía completar una tarea de último minuto.

Su alfa dejó el plato en el centro de la mesa y la batalla campal de todas las mañanas inició. Apolo y Atenea se lanzaron sobre la comida mientras Ares esperaba tranquilamente para intervenir. 

—Ten, amor —Una porción junto a una taza fue depositada delante de él.

Agradeciendo llevó uno trozo a sus labios. El aroma de la miel hizo que algo se revolviera en su interior. Ambas manos fueron a parar a su boca creando una especie de barrera pero la bilis subía con rapidez. No le quedó otra opción más que levantarse de repente y correr al baño de la planta baja. 

La batalla se vio interrumpida por el fuerte portazo y las posteriores arcadas. 

—¿Qué le sucede a mamá? —preguntó Apolo con medio bocado de tostada aún siendo masticado. 

—No lo sé, supongo que es el estrés... —murmuró Harry preocupado— y no hables con la boca llena, cachorro.

El omega sonrió inocente cuando terminó de tragar y sorbió de su té. Harry continuo pensativo, hace tiempo que veía a su esposo mal pero no le tomó mayor importancia, suponiendo que el trabajo y planeamiento de las distintas cosas referentes a sus hijos eran los causantes de sus males. En este tipo de situaciones le gustaría encerrar a Louis en una bolita de cristal y solo dedicarse a admirarlo y consentirle, odiaba ver a su omega llenándose de cosas que luego le generaban una mayor carga de ansiedad que de satisfacción.  

Ares, a su vez, se observaba con su hermana como si estuvieran teniendo un intercambio telepático. Intuían algo pero no querían revolver las aguas hasta estar seguros. 

 —Iré a ver a su madre.

Harry siguió la dirección en la que Louis había desaparecido minutos atrás. El fuerte sonido de las arcadas lo recibieron y en medio de una mueca, llamó a la puerta.

—Amor, voy a entrar —sin esperar respuesta ingresó al reducido espacio.

Su diminuto omega estaba de rodillas en el suelo rodeando el escusado con su normalmente bronceada piel ahora en un tono pálido y grandes lágrimas resbalando por sus mejillas. 

—Oh, pequeño... —se hincó a su lado para luego pasar su grandes manos cubiertas en anillos por la espalda encorvada en un vil intento de calma. 

—Ya no quiero, alfa... —lloriqueó interrumpido por una nueva arcada. 

—No te resistas, déjalo salir todo.

Continuaron en el mismo proceso por unos minutos, con Harry susurrando palabras bonitas en su oído y liberando feromonas en el proceso. Podía sentir el lazo tirante por el malestar de su esposo, haciendo que su alfa se inquiete por no poder ayudarlo. 

Louis se puso de pie y enjuagó su boca en el lavabo. Se aferró a su pecho como si su vida dependiera de ello mientras Harry lo marcaba con su aroma y dejaba pequeñas lamidas sobre la marca en su cuello. Y si Harry sintió pequeñas notas dulzonas en el aroma a lavanda del omega, prefirió no hacer comentario alguno. 

—¿Qué te parece si te preparo un poco de té de manzanilla para aliviar las náuseas? —ofreció. 

—¿No tienes que ir al hospital? —murmuró Louis con su cara aún en la unión entre el cuello y el hombro del alfa mientras este dibujaba círculos en sus caderas.

¿Se agranda la familia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora