Extra 3: Artemisa y Ellie

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Ellie y Artemisa se habían conocido años atrás cuando apenas eran unas niñas de primaria. Su relación siempre fue de las más estrechas, nunca habían dejado de velar por la otra, y así se mantenía hasta la actualidad.

Ellie se había presentado como omega a los 14 años. La mayoría no se vieron sorprendidos, es más, se podía llegar a intuir. Sus rasgos faciles y corporales se desarrollaron, la volvieron más curvilínea pero mantuvieron su estatura baja. El aroma se intensificó, incluso más de ser posible, dando lugar al dulzón algodón de azúcar.

Artemisa amaba olfaterla disimuladamente cada vez que tenía oportunidad. Algo en su pecho se removía y su lobito en desarrollo jadeaba cuando la tenía cerca.

Solían encontrarse todos los viernes luego de la escuela para hacer algo juntas, ya sea ir al cine, al parque o una caminata sin rumbo definido; pero cuando ese día Artemisa no se presentó algo dentro de Ellie se sintió remover. La lobita interior de la omega jadeaba desesperada, queriendo correr a un punto en específico del que la parte humana no tenía conocimiento.

El día pasó, y Ellie no obtuvo ni un solo de los habituales mensajes que Artemisa solía mandarle. Desesperada, y sin saber muy bien que sucedía, decidió que iría a buscarla a su casa.

Llegó a la residencia de los Styles-Tomlinson exudando nerviosismo. El timbre retumbó un par de veces haciendo que su situación de estrés aumentara al presenciar cómo nadie salía a rrcibirla. Minutos después, un omega emergió de la casa. Lucía un tanto preocupado pero se encargó de sonreírle a la adolescente intentando disimularlo.

-Ellie... cariño, ¿cómo estás? -Louis, la mamá de Artemisa, le sonrió de lado.

-Bien, señor ¿y usted?

-Todo en orden.

-¿Está Artemisa en casa? no fue a nuestra reunión de todas la semanas y ya sabe... me preocupé un poco. 

Para ese momento la lobita de Ellie giraba en círculos en su interior. Estaba vuelta loca y no dejaba de aullar y clamar por alguien.

-¿No lo sabes? -Louis sonrió apenado- Arti entró en celo está mañana, es una alfa.

La boca de Ellie se abrió tanto que incluso llegó a creer que su mandíbula se safaría. Es una alfa, se repitió en su mente como un eco. Creyó haber oído mal pero cuando el picante y alterado aroma del limón y almendras le llegó al olfato todo tuvo sentido.

-Oh... no lo sabía... -murmuró aún en shock- está bien. ¿Podría decirle, por favor, que me llame cuando se sienta mejor?

Louis asintió, sintiendo como los nervios de la chica incrementaba y sus mejillas se sonrojaban. Hace tiempo que él y Harry sospechaban algo pero dejaría que su cachorra se diera cuenta con por su propio pie.

-Claro, no te preocupes.

-Bien... nos vemos luego, que tenga bonita noche.

-Tú igual... ¡espera! -llamó Louis- ya es un poco tarde, ¿no quisieras que alguno de mis cachorros te acompañe a casa?

-Está bien así, vivo dos calles más abajo y todavía queda un poco de luz solar. No se preocupe, señor Styles. Muchas gracias, de igual manera.

Se despidieron y Ellie emprendió camino.

Su amiga de toda la vida era una alfa. Si antes de presentarse le atraía no llegaba a imaginar todo el cambio que conllevaría la nueva casta. Definitivamente sería el doble de complicado controlar a su loba ahora que sabía.

Esa noche no pudo dormir, despertó a las pocas horas con su temperatura elevada y los principios de un celo desarrollándose. Jadeó alterada, todavía faltaba una semana para que entrara en celo, pero parecía que algo había hecho que se adelantara.

¿Se agranda la familia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora